lunes, 30 de noviembre de 2015

"La violencia contra la mujer en la historia"

Los actos violentos han estado presentes en el comportamiento del ser humano desde épocas muy primitivas, pues todo parece indicar que la violencia es un instinto de los hombres; en toco caso, bajo ningún concepto la violencia se debe justificar ni permitir. Todas las culturas del mundo han estado involucradas en algún enfrentamiento bélico, provocado por ideologías políticas o religiosas. Los griegos, romanos, celtas, cretenses, vikingos y otros antiguos pueblos europeos, realizaron sacrificios humanos.

La civilización griega desde sus raíces se vio envuelta en una vorágine de violencia social representada por guerras, revueltas políticas, tiranías, genocidios e incluso por catástrofes naturales, que dieron alimento permanente a su panteón de dioses. Es célebre el caso de Agamenón, rey de Esparta, que antes de partir para la guerra de Troya decide sacrificar a su hija, Ifigenia, para obtener vientos favorables de los dioses. En  lo que se refiere a la civilización romana, se caracterizó por una historia extremadamente violenta y sus pensadores elaboraron un cuerpo legal para preservar el orden y los derechos de los ciudadanos y los privilegios de las clases dominantes. Roma prohibió los sacrificios humanos en el 97 a.C, pero los frecuentes espectáculos de gladiadores en los coliseos constituyen una variante de los sacrificios humanos. En los mitos greco-romanos abundan los personajes violentos, dioses y hombres que conviven y realizan todo tipo de acciones execrables. En la Biblia encontramos numerosas referencias a actos de violencia y a sacrificios de hombres y de animales con motivos religiosos. Se alude a la intención de sacrificar niños en honor a  Yahvé y a apedrear a mujeres que no llegaban vírgenes al matrimonio o que eran sorprendidas en adulterio.


En ese contexto histórico de predominio de la violencia se inserta el maltrato contra las mujeres, que no es un fenómeno moderno, sino que tiene lejanos precedentes. En efecto, ya en el mundo greco-romano encontramos referencias de mujeres maltratadas en el ámbito doméstico y, con seguridad, existieron muchos más casos de los que están atestiguados. La mitología está llena de dioses que violan, raptan o matan  a sus mujeres para satisfacer sus deseos o para obtener beneficios de otras divinidades. El soberano de todos los dioses, el gran Zeus, amenazaba con darle una paliza a su esposa Hera por estar celosa y por intervenir y cambiar sus planes, ante la mirada impotente de su hijo Hefesto. Como ser inferior, voluble y frágil, la mujer ha estado sometida a la voluntad del hombre y ha sido objeto de su ira cuando se rebelaba.


En el ámbito del derecho romano, la mujer era una eterna menor, debido a su debilidad congénita (imbecillitas sexus), y a los límites de su capacidad intelectual, que la impedía participar en la vida pública, hacer testamento, ejercer la patria potestad, adoptar, etc. La obligación de fidelidad conyugal afectaba solamente a las mujeres y, en caso de adulterio, la esposa podía ser asesinada por su padre o por  su marido, sin graves consecuencias penales para ellos. Un acceso de ira del esposo podía desembocar en una paliza sobre su mujer, con consecuencias a veces trágicas para ella. Para ser declarado inocente bastaba con hacerse con un buen abogado.





En el Antiguo Testamento encontramos frecuentes relatos de la violencia ejercida contra las mujeres, sobre todo violaciones, incesto, esclavitud sexual, botines de guerra, etc. "Cuando Tamar se acercó a Amnón para que comiera, él enseguida se agarró de ella y le dijo "Ven, acuéstate conmigo, hermana mía". Sin embargo, ella le dijo: "¡No, hermano mío! No me humilles, pues no suele hacerse así en Israel. No hagas esta locura deshonrosa. Y yo... ¿a dónde haré ir mi oprobio?..." Y él no consintió en escuchar su voz, sino que usó fuerza superior a la de ella y la humilló y se acostó con ella. Y Amnón empezó a odiarla con un odio sumamente grande, porque el odio con que la odió fue mayor que el amor con que la había amado, de modo que Amnón le dijo: "¡Levántate, vete!". Ante esto, ella le dijo: "¡No, hermano mío; porque esta maldad de enviarme es mayor que la otra que has hecho conmigo". Y él no consintió en escucharla. Con eso, él llamó a su servidor que lo atendía y dijo: "Envía esta persona de junto a mí, por favor, afuera, y echa el cerrojo a la puerta tras ella" (2 Samuel, 13).


En el Nuevo Testamento se produce un ligero cambio con respecto a la situación de las mujeres, debido sobre todo a la actitud de Jesús reflejada en los Evangelios. El fundador del cristianismo no manifiesta ninguna actitud sexista y habla indistintamente con hombres y mujeres, sin prejuicios de tipo sexual. La consciencia de una desigualdad de trato entre hombres y mujeres por parte de la sociedad judía y greco-romana aparece reflejada en un mensaje de Jesús que Pablo reproduce en su epístola a los Gálatas: "De ahora en adelante no habrá ni judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gál. 3, 28)". Uno de lso ejemplos más reveladores del mensaje de igualdad y perdón de Jesús lo tenemos en el episodio de la mujer adúltera, cuando uno de sus discípulos le dice: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. En la la Ley, Moisés nos mandó que a semejantes mujeres las apedreásemos; tú, pues ¿qué dices?.. Quien de vosotros esté sin pecado, sea el primero en apedrearla... quedó solo Jesús, y la mujer de pie en medio. Alzando jesús la cabeza, le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿nadie te condenó? Ella dijo: Nadie, Señor. Dijo Jesús: Tampoco yo te condeno" (Jn. 8, 4-11).


Si la llegada del cristianismo y la predicación del mensaje evangélico contribuyeron a equiparar la relación entre sexos,  incorproando innovaciones sustanciales con respecto a la tradición judía y greco-romana, el lógico devenir de los acontecimientos debería haber supuesto  una evolución progresiva en la condición femenina, plasmada en una mayor emancipación. Pero la lógica d ela inercia no funcionó, pues en los siglos sucesivos se produjo una inversión en esa tendencia emancipadora, una involución con resecto a lo ya avanzado. En ese proceso involutivo tuvo un papel protagonista la Iglesia, entonces en curso de institucionalización, pues a partir del siglo II se constituyó en una iglesia universal, anclada en los patriarcales y jerárquicos esquemas greco-romanos. Esa organización eclesiástica desplazó paulatinamente a las mujeres de los cargos representativos y de los ministerios eclesiásticos hasta dejarlas casi completamente relegadas.


El esquema de valores tradicionales continuó funcionando en los siglos sucesivos, y la smujeres siguieron siendo objeto de discriminación y de violencia como en las etapas anteriores. Así nos lo cuenta San Agustín en el siglo IV-V, a propósito de su madre, Mónica, y de su situación en el hogar: "De tal modo toleró las injurias de sus infidelidades que jamás tuvo con él ninguna riña al respecto, pues esperaba que tu (de Dios) misericordia caería sobre él y que, al creen en ti, se haría casto. Además, era por una parte demasiado cariñoso y por otra extremadamente colérico. Mas ella tenía cuidado de no oponerse a su marido enfadado, ni con los hechos ni con las palabras; y sólo cuando le vaía ya tranquilo y sosegado y lo consideraba oportuno, le hacía ver lo que había hecho, si por casualidad se había excedido en el enfado. Cuando muchas matronas, que tenían maridos más mansos que ella, traían los rostros marcados por las señales de los golpes y comenzaban a murmurar sobre la conducta de ellos en las charlas de amigas, ésta les advertía que una vez firmado el contrato matrimonial, debían saber que ese documento las convertía en esclavas de éstos; y recordando esta condición suya no debían ser soberbias contra sus señores. Ellas se admiraban de que, conociendo lo feroz que era Patricio, no se hubiera sabido ni traslucido nunca que maltratase a su mujer; las que imitaban su ejemplo experimentaban dichos efectos y le daban las gracias; las que no la seguían eran esclavizadas y maltratadas" (Agustín, Confesiones IX, 9, 19). Desgraciadamente esa situación se ha perpetuado hasta la actualidad, y con consecuencias trágicas en demasiados casos, como bien sabemos.


Juana Torres

El Diario Montañés, 29 de noviembre, 2015



Juana Torres es profesora de Filología Latina en la Universidad de Cantabria (UC), directora del Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras y presidenta de la Sociedad Española de Estudios Clásicos de Cantabria (SEEC).



"La religión en las aulas"

En los últimos días, cercanas las elecciones generales, ha vuelto a los medios de comunicación el tema de la enseñanza de Religión en el sistema público. La polémica, que se refiere a la Religión Católica y no a la Religión en general, no es nueva ni exclusiva de España. Tampoco lo son los argumentos que sostienen la postura a favor, esto es, la legitimidad de esta materia y sus beneficios para el alumnado, y la postura en contra, a saber, que en un estado laico la escuela no es el lugar para la catequesis. El debate, que no por ser antiguo está zanjado, merece una reflexión ajena al clima político.

La Iglesia española tiene todo el derecho a reclamar la enseñanza de la asignatura de religión en la escuela pública. No es la Constitución, como se ha dicho a veces, la que lo ampara, sino un acuerdo entre España y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos de culto, firmado por el secretario de Estado Vaticano, cardenal Villot, y el ministro de asuntos exteriores español, Marcelino Oreja en enero de 1979, que revisaba el muy confesional Concordato de 1953. En el Acuerdo el Estado español reconoce el derecho a la educación religiosa  católica y se compromete a garantizar que se cumpla. Este derecho se traduce en que la religión se incluirá en varios niveles del sistema educativo (todos menos el universitario) en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales, por tanto, como materia evaluable. El Acuerdo establece también que los profesores de Religión serán elegidos por la autoridad académica entre los propuestos por el Ordinario diocesano y formarán parte a todos los efectos del Claustro de profesores de sus centros. Corresponde a la jerarquía eclesiástica fijar los contenidos de la enseñanza y proponer los libros de texto y otros materiales didácticos. La situación económica del profesorado se concertará entre la Administración  Central y la Conferencia Episcopal -los sueldos corren a cuenta del Estado.

El Acuerdo está en vigor y sería necesario rescindirlo para hacer que perdiera efecto. Así pues, la Iglesia demanda lo que le corresponde. Ahora bien ¿es razonable que siga haciéndolo? Creo que no y el motivo fundamental es que el contexto social que justificaba el Acuerdo ha cambiado en este medio siglo de historia. Cuando se firmó, el documento era incluso avanzado para su tiempo. En 1979 España acabab de salir de la dictadura y del nacionalcatolicismo, bajo el cual la Iglesia había disfrutado de enormes prerrogativas, entre ellas en la enseñanza. El Acuerdo hace explícito el principio de libertad religiosa y establece que la Iglesia deberá coordinar su misión educativo con los principios de libertad civil en esta materia. La Religión Católica sería además optativa, lo que suponía un enorme cambio con respecto a la situación durante el franquismo.

Pero lo que en su tiempo fue progresista hoy a dejarlo de serlo. España es un país lacio y escasamente religioso. Aunque de mayoría nominalmente católica (el 72% de la población se declara tal), los católicos españoles no practican: el 61% no va nunca o casi nunca a misa, el 14'6 lo hace todos los domingos y sólo el 2'6 acude varias veces a la semana. El nivel de envejecimiento es alarmante: el 75% de los jóvenes católicos entre 18 y 24 años no es practicante. Se sabe, por otra parte, que son los padres, no los jóvenes, quienes demandan la enseñanza de religión y quienes deciden, por lo menos durante la infancia, si sus hijos asisten a ella. Cuando éstos pueden elegir, pocos la escogen. La asignatura de Religión, tal como se enseña, no interesa. Tras años de perder alumnado, la demanda solo ha aumentado cuando la LOMCE ha hecho que vuelva a contar para la nota media. En este curso 2015 la subida en algunos centros ha llegado al 150%. Los estudiantes saben que en clase de Religión se exige poco y se califica alto.

Se argumenta a favor de la asignatura que es útil para informar a nuestros estudiantes de los valores de la cultura de Occidente y de sus manifestaciones, por ejemplo, en el arte. Pero la cultura de Occidente de ha forjado sobre bases muy variadas y, en lo religioso, no es exclusivamente cristiana. El Judaísmo y el Islam y, antes de éstas las religiones politeístas, en particular las de naturaleza filosófica, han hecho sustanciales aportaciones a la historia de Europa. En el mundo actual, por otro lado, interviene en la construcción de la identidad europea una creciente variedad de religiones, con sus peculiares prácticas, que conviene conocer. En cuanto al contenido histórico-cultural de la asignatura de Religión, como alumna fiel que fui de ésta en mis años de Bachillerato (impartida entonces por sacerdotes) y como profesora hoy de Historia de las Religiones constato que la gran mayoría de los estudiantes católicos que han cursado la asignatura no conocen ni la historia del Cristianismo, ni la simbología religiosa, ni los dogmas fundamentales de su fe, si quiera tienen ideas claras de lo que es la Biblia. Sin embargo, los jóvenes se interesan por el fenómeno religioso, como lo demuestra el buen número de ellos que nutren nuestras aulas de religiones en Grado y Máster.

¿Por qué mantener, entonces, una enseñanza que poco enseña? Entre los varios argumentos esgrimidos estos días en favor de la continuidad se ha dicho que supondría la condena al paro de miles de profesores. Existe una solución, que muchos de ellos acogerían con agrado: ofrecerles una formación en Historia Comparada de las Religiones, en la que el Cristianismo debe tener un lugar relevante. Para ello muchas universidades españolas cuentan con una oferta académica. Ésta sería la oportunidad de transformar la asignatura de moral católica, cuyo currículo, tal y como figura en el BOE, ofende los fundamentos del conocimiento científico, en una materia útil para la sociedad contemporánea y atractiva para nuestros estudiantes.

También, claro está, se pueden (en mi opinión, se deben) rescindir los acuerdos con la Santa Sede y sacar la religión de las aulas, pero éste será un proceso, cuanto menos, largo. Entre tanto, sin grandes tensiones ni más necesidad de recursos, mediante una renovada colaboración entre Iglesia y Estado, podríamos mejorar nuestro sistema educativo.


Mar Marcos

El Diario Montañés, 14 de noviembre, 2015


Mar Marcos es profesora de Historia Antigua y de Historia de las Religiones en la Universidad de Cantabria (UC) y presidenta de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones (SECR)




martes, 27 de octubre de 2015

"Carlos, rey emperador": Duelo de Titanes

Isabel conoce a Carlos y ambos se enamoran a primera vista. Sin duda, la escena más romántica y simbólica del octavo episodio.
                                                                   
                                                   Resumen de audiencias


La serie del emperador de TVE sube 0'4 décimas respecto a la semana pasada, posicionándose con un 12'1% ; como cabía esperar, "La Voz Kids" bate su récord de audiencia con un 32% (31'9) en su final, que vieron un total de 5 millones de telespectadores; 14% consiguió "El Hormiguero"; 11'8 y dos millones "El Intermedio"; el cine de Antena 3 y La Sexta se movieron entre el 10 y el 7%, y lo menos visto fueron, como de costumbre, "Gym Tony" y "Rabia", con el típico 5% habitual.

En cuanto a "Carlos", es la primera semana que se registra una ligera subida, a excepción del día del partido de la selección debido al efecto arrastre. Con toda probabilidad, la tendencia quedará en torno al 11-12% de audiencia, aunque el lunes que viene habrá que ver cómo se reparte la audiencia global entre cadenas al clausurarse finalmente la última edición de "La Voz Kids", que ha sido hasta ahora la que ha llevado la voz cantante. Entonces veremos si la serie, aunque ya empezada, logra, contra todo pronóstico, cautivar a algún espectador más.


                                                     Review del Capítulo 8


Acuerdos entre dos mundos: Francia e Inglaterra

Enrique se harta de las insinuaciones de su esposa y desde España Gattinara defiende el honor de los Austrias.


















Carlo se había aliado con Inglaterra para recuperar los territorios dinásticos que le pertenecían y así aislar a Francia, potencial enemiga del Imperio, pero Enrique decidió no colaborar enviando ejércitos debido a que Carlos abandonó el compromiso de casarse con la infanta María, casi recién nacida. El monarca hispano se enfrenta a las consecuencias de su decisión de contraer nupcias con Isabel de Portugal: al ganar a Francisco  en Pavía, España e Inglaterra deberían de repartirse el botín de guerra, incluyendo los territorios que Carlos V reclama y, en teoría, Enrique VIII cree que aún tiene derechos sobre ello ya que la culpa fue de Carlos por romper el compromiso con la infanta, por lo que Enrique se declara aún respetuoso. Esto es lo que legitima al inglés para pedir una ración de la conquista. Sin embargo, Carlos lo ve de otra manera: si no participó de la guerra, fueran cuales fueran sus motivos, no tiene derecho a  recompensas. Luego entonces, Enrique plantea ganarse a Francia si pierde a España como aliada, lo cual no favorece en nada a su esposa Catalina. Catalina dependía de que Carlos se casara con la pequeña María para mantener sus derechos y poder en la corte inglesa y al rechazar su sobrino la propuesta, la debilita a ella personalmente. Sólo así se explica que Gattinara pague a un subordinado para enviarle una carta secreta a Catalina y que defienda su misma postura: que Carlos acabe cuanto antes con la vida de Francisco. A Carlos no le interesa asesinarle. Es solo un rehén para forzarle  a que le entregue el ducado de Borgoña.

La posición de Catalina en Inglaterra es más que vulnerable: allí pueden reinar las mujeres, pero a Enrique sólo le interesa un heredero varón y ella ya es una mujer anciana para la época, en edad infértil, de manera que para el inglés es muy prescindible. Catalina apoyaba en gran medida a Carlos dados los lazos de sangre pero, aunque ella quisiera que las cosas fueran de otra manera, lo cierto es que su sobrino tiene otros problemas que le pesan más, y es precisamente por eso que hace caso omiso de Catalina y Gattinara. Si matase al rey de Francia, tendría serios problemas y ello le acarrearía una muy mala reputación como "pacificador" del Imperio, más aún cuando eso solo encendería la guerra entre cristianos, algo que al Papado no le interesa, y ya que el Papa y los franceses se llevan tan bien, conviene  no hacer enfadar al primero. Otra consecuencia sería el debilitamiento de Europa frente al turco, y lo que hace falta es una Europa unida y robusta, porque el verdadero enemigo campa a las afueras.

Una vez más, el capítulo demuestra que la política no entiende de sentimientos ni vínculos parentales; que a veces el deber se sitúa por encima de las personas y de la moral, cuando al mismo le viene ya dada la moralidad como principio.

Duelo titánico: las "Dos Torres"

Francisco es llevado a la corte de su archienemigo, pero éste no tarda en darse cuenta de que no es el único que tiene la sartén  por el mango.
Tras cobrarse a Francisco como premio, Carlos lo mantiene encerrado en palacio con libertad muy restringida. Sabe que el francés tiene no pocas ganas de largarse de allí y salirse con la suya, pero nuevamente sus funciones como emperador y como rey le hacen blanco de caballeresca generosidad, por lo que procura que esté bien cuidado y atendido, y que no le cause más retrasos ya que en un mes o poco más tendrá que citarse personalmente con su prometida Isabel. Ésta parte de Portugal con el corazón dividido entre la alegría y la tristeza. Desea cumplir con sus obligaciones como la emperatriz que se espera que sea pero debe alejarse de su familia y el matrimonio es una incesable fuente de incertidumbres, pues desconoce la personalidad de Carlos y no sabe tan siquiera si de entre ellos dos nacerá el amor, al igual que entre Catalina y Juan en Portugal. Éste estaba locamente enamorado de Leonor y ha tenido suerte de que su nueva esposa sea atractiva, pero nunca será la misma mujer. El amor puede surgir con la mirada o con la paciencia. Por suerte, Germana la acompaña en el viaje hasta Sevilla y gracias a eso ya tiene alguna certeza sobre Carlos, que él es un hombre "virtuoso". De alguna forma, es lo que ella esperaría de su futuro marido, y se lo aclara a Germana: ella espera que sea un esposo fiel y que la misma duquesa de Brandeburgo lo comprenda y no se inmiscuya como amante suyo que en su día fue. Isabel mira hacia el futuro. Deja atrás una vida para empezar otra, y esa misma paradoja significa para ella la frontera que separa ambos reinos, el de España y el de Portugal. 

Entretanto, Francisco se da cuenta que Carlos no es el único que puede ponerle las cosas difíciles. Mientras él quiera la Borgoña y rehúse negociar, no habrá ducado de Borgoña que valga. En el pasado, no libró ni una sola batalla frente a frente, y ahora que le tiene tan cerca ¿por qué dejarle ir? La situación entre ambos es la de un tira y afloja, un tensar la cuerda sin que ninguno de los bandos salga vencedor. Efectivamente, para Francisco el empate siempre será una victoria, pero no así para Carlos, y de ahí que le dé constantes largas y caiga enfermo a propósito tras ingerir los frutos venenosos. Carlos, a su vez, también se percata de que no sólo Francisco es su prisionero: ¡él también tiene al toro cogido de los cuernos! Le provocará retrasos y además no le dará la Borgoña. Ni siquiera hacerle jurar sobre la Biblia cambiaría sus intenciones: una vez que esté libre, hará añicos el pacto. Frente a su discreta felonía, Carlos se muestra alerta. "Hermano", sí, a regañadientes. 

Cautiverio de lujo: la Dama y el Prisionero

Durante un paseo por los dominios de su carcelero, Francisco conoce a Leonor. Dios los creó y ellos se juntaron.
Mientras se pasea por los cotos de caza de su anfitrión, Francisco tiene el placer de conocer a la majestuosa Leonor, orgullosa de haberle dicho al duque de Borbón cuatro cosas bien dichas: que jamás será suya, porque ella, como hermana de rey, sólo puede ser reina. De algún modo, tanto Leonor como Isabel son retratadas a imagen y semejanza en la serie: Isabel quiere ser emperatriz o no ser nada, y Leonor no se queda atrás; ella es reina sí o sí. Las dos son muy firmes en las decisiones que han tomado, aunque finalmente, más que tomar una decisión, la ocasión se las haya aparecido por azar del destino. 

Ambos, Leonor y Francisco se gustan a primer ojo. Leonor queda embelesada con la "galantería" y la lengua seductora de Francisco. A fin de cuentas, es un joven apuesto y guapo, y casi como ella, ha perdido la dignidad a manos de Carlos. Son tal para cual. Pero como tras la cesión de Borgoña algo debía darle Carlos a Francisco, nada mejor que su hermana para hacer las paces entre reinos. Y, ya de paso, así Leonor vuelve a ser reina, es decir, consigue sus objetivos, y le hace un favor a España. Tras la quiebra de los pactos por Francisco, la unión debiera haberse anulado, pero por alguna razón histórica, Leonor reinó en Francia hasta 1558, año en que murieron ella, Carlos V y Catalina. Para el rey hispano es un alivio esta alianza, porque pierde a Inglaterra como apoyo político, pero puede ganar a Francia, lo que truncaría la estrategia de Enrique  de ser favorable a Francia y contrario a España. 

Traidores frustrados: Cortés y Cuahutémoc

La avaricia corrompe a Cortés y las nuevas órdenes del rey le hacen temer por una rebelión de sus propios hombres.
A la corte castellana llegan noticias de los desvaríos de Cortés quien, más que actuar por la Corona, le da la espalda. El oro es fundamental para la economía española, para continuar financiando los conflictos y las transacciones comerciales, pero depende de Cortés que parte de ese oro se embarque para Castilla, del éxito de la política de encomiendas... y estas no están dando muy buenos frutos, que digamos. El Consejo solo ve una solución, y es denegarle todos los privilegios concedidos. Aún así, Cortés desoye a sus hombres, y estos se ven en apuros: como vasallos del rey, deben acatar sus provisiones, pero ahora Cortés se cree "emperador" en las Américas y no está cumpliendo con lo establecido. En cualquier momento, ellos pueden ser acusados de cómplices... o peor, que Cortés los degüelle por no obedecerle expresamente a él, que es el que está en cuerpo y alma. 

Por eso, corren rumores de una posible sublevación: sus soldados desean enriquecese como él, pero también regresar a Castilla con vida, donde dejaron a sus familias, y hay una gran diferencia entre volver como héroe o como traidor de lesa majestad. Pero eso no es lo peor: si Cortés pierde autoridad entre los suyos, más dudas tendrán los indios de las encomiendas. Hasta ahora algunos le han sido fieles como sería la voluntad de Monctezuma, pero Cuahutemoc sigue vivo y todavía es un peldaño de rebeldía añadida, ya que se erige como garante de la voluntad del pueblo mexica y tiene discípulos leales. Por este motivo, Cortés lo retiene en pésimas condiciones, prisionero en una celda con grilletes. Es una manera de obligar a sus seguidores a acatar  su mandato, porque ante todo, Cuahutemoc es un traidor, aunque Cortés no es menos que él, porque también ha traicionado a su señor de Occidente. 

La ulterior condena a muerte en la horca de Cuahutemoc responde a razones políticas, desde mi punto de vista: Cortés lo sacrifica para evitar otro foco de rebelión, ya que de prolongarse la situación, los mexicas podrían aglutinarse e torno a él, pues no deja de ser hermano de Monctezuma. Con su deceso, Cortés ya no tiene guerreros que le hagan frente y así podrá enderezar las encomiendas, aunque finalmente él mismo termine marchándose de allí a por nuevas conquistas. Se diría que la propia Malinche le anegó de ideas la cabeza, ideas que al final acabaron por nublarle la razón, repitiéndose así la misma situación que se dio cuando Cortés pisó esas tierras. 







jueves, 22 de octubre de 2015

"Carlos, rey emperador", entre la espada y la pared

Los "Tres Grandes" de la geopolítica europea del Renacimiento

Resumen de audiencias

La serie ha bajado nuevamente, esta vez a un 11'7% de audiencia. No es una gran catástrofe si tenemos en cuenta las cifras por dónde nos solíamos mover. La semana anterior repuntó su expectación a causa del partido de la selección española, que produjo un efecto "arrastre", de tal manera que, quienes lo estuvieron viendo, decidieron no cambiar de canal. Pero ayer, efectivamente, volvimos a las antiguas tendencias: "La Voz Kids" vuelve a tocar techo con un 27% máximo de espectadores, lo cual ya no durará mucho pues el programa finalizará su edición esta semana o la siguiente, y en tal caso habría que ver qué elegiría Telecinco para remplazarlo en el competitivo de los lunes; Antena 3 gana otra vez la medalla de plata del segundo puesto del Prime Time con "El Hormiguero" y su sesión de cine de noche,  "Redención" (15 y 14%). Parece que lo que funciona en cadena no es sino el efecto señalado antes, la estrategia de poner primero programas de relleno/entretenimiento con buenas cuotas de share y dejar las películas u otros programas que usualmente alcanzan peores resultados detrás, para "arrastrar" la audiencia. Y es que, en general, las películas que se emiten por televisión no suelen disfrutar de resultados tan decentes, al igual que algunas series ("Año Uno" de La Sexta rozó el 7% habitual para estos casos), teniendo en cuenta que la mayoría de las veces no son estrenos y los títulos cinematográficos se repiten de una cadena a otra, a veces, con excesivo abuso. Más abajo quedaron "Rabia"y "Gym Tony", las propuestas de Cuatro, con resultados del 4-5%.  Tanto estas series como "Carlos" se acercan ya al ecuador de su emisión y, por lo general, muestran tendencias descendentes a pesar de que las tramas se intensifican. La razón es que el entretenimiento en una serie puede tardar en llegar y que, cuando lo hace, la complejidad y los giros dramáticos parecen ahuyentar al espectador español. 

                              Review del capítulo


Carlos: "¿Dónde está Adriano, que quiero darle un abrazo?"

Carlos, el Emperador









Carlos desembarca en España tras la Dieta de Worms, orgulloso de ser el emperador de Europa. Ha cometido algún tropiezo del que se arrepiente, como dejar libre a Lutero, pero al menos ha demostrado benevolencia a los príncipes alemanes y se ha ganado su respeto, un paso más para mantener la paz en el imperio. Pero ¡ojo! que la Iglesia se la tiene "muy cruzada" a Carlos: después de ser ejecutados los tres caudillos comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado, y con María Pacheco desaparecida de escena, el siguiente batacazo llega con la condena del obispo de Acuña ¡nada menos!, un traidor que recaudaba dinero de los fieles para sufragar la revuelta. Carlos se muestra cauto: no es competencia suya juzgar a un clérigo, más bien eso lo debería criticar un tribunal eclesiástico, aunque, por otro lado, no deja de ser delito económico. Y lo que es peor, si se entera Roma de que un señor laico condena a muerte a un eclesiástico... pues no digamos. Su prioridad es no enfrentarse al papado, pues sigue siendo un baluarte contra Francia, y en caso de guerra, le puede apoyar con hombres y suministros, porque Francia se ha acercado al Milanesado y lo que menos le apetece al colegio de cardenales es que su "ciudad santa" sea asediada por sed de territorios. El otro punto de fricción es el ducado de Borgoña, que en teoría, por derecho dinástico, le pertenece a Carlos, pero, claro, está en territorio francés, y Francisco dice que donde no le llegue el pie a Carlos, él pone la mano. Lo que hace falta es que desde Roma  se vea que Francia es un foco de inestabilidad para el conjunto de Europa, un enemigo de la paz. De esa manera no cabría duda de las "buenas" intenciones de Francisco y estaría más que justificada la alianza entre Roma y el imperio, aunque la situación es delicada, ya que la Iglesia pretende ser neutral y es contraria a un enfrentamiento entre cristianos. 

Pero el papa muere y el candidato es Adriano, el mentor del rey hispánico, quien hubiera deseado no optar a tal autoridad, sólo por las intrigas y asperezas que conlleva estar en cátedra entre soldados y cardenales. No pudiendo rechazar, parte a Roma de inmediato sin ni siquiera esperar a que amanezca. A la mañana siguiente Carlos entra magnánimo en palacio, y hete aquí esta risueña frase "¿dónde está Adriano, que quiero darle un abrazo?", ante el inminente rostro de desgracia del Duque de Alba y su otro consejero, quienes no pueden objetar razones para el indecoro de Adriano. Acto seguido, el tema de los comuneros: los principales impulsores ya son cadáveres en tumba, pero queda el obispo de Acuña, al que, por alguna razón, se le ejecuta a "garrote vil", y por otro lado, el resto de seguidores. Carlos perdona la culpa para tranquilizar sus conciencias y borrar de la memoria el episodio, aunque no privará de pena de muerte después. Piensa que hay que cortar de raíz la mala hierba, como le advertía en su día el difunto Chiévres, porque si se da la imagen de una España pacificada, a nadie se le ocurrirá jamás volver a prender fuegos de discordia. María Pacheco, la única excepción,  logra escapar a la frontera portuguesa donde Juan y Leonor le aseguran protección y anonimato,  a menos que ella vuelva a propiciar venganzas. Ambos, rey y reina, deberán andarse con mucho ojo, ya que Carlos tasa a buen precio su cabeza y no conviene que por una rebelde se mancillen tan buenas relaciones en la Península.

"O César o nada": Isabel y Leonor

Isabel de Portugal

                                                       
Leonor de Austria
                                                                                     
Isabel de Portugal es la mujer que espera paciente a que le llegue su momento. Ella quiere ser la emperatriz sí o sí. No ve con tan buenos ojos que su madrastra, Leonor, tenga la misma edad que ella, pero en el capítulo, en vez de mostrarle rencor, apoya a ésta en el momento en que pare a su hijo, el cual no se sabe si será del difunto Manuel o de su hijo Juan. Por un giro del destino, el hijo de Leonor resulta ser niña, y por lo tanto no puede quedarse en la corte portuguesa, como su esposo le había advertido, sino que tendrá que volver con su hermano Carlos a España, tanto el bebé como su madre. Además, Leonor vuelve a ser reubicada para un nuevo matrimonio, respetándose las capitulaciones. La hermana menor de Carlos, Catalina, recluida junto a su madre, pasará a casarse con Juan, respetándose la legitimidad del rey portugués fallecido, y  Leonor con el Duque de Borbón (si mal no recuerdo).  Así, Isabel ya tiene vía libre para casarse con Carlos, como era su deseo, y la paciencia tiene su merecida recompensa. Menos contenta está Leonor, que se siente como un títere en manos de su hermano, una simple estrategia política con la jugar cuando las condiciones lo aconsejan, y no podía ser menos que hasta le escupa en su propia cara por jugar a ser Dios...

Adriano: "Roma será  independiente del Imperio"

Adriano de Utrecht (Adriano VI)
El mentor de Carlos partió con preocupación a Roma tras recibirse la noticia en España de su nombramiento como pontífice. Al poco tiempo de tomar posesión, conoce a su sucesor, el futuro papa Clemente VII, quien se muestra como su más leal amigo, lo que al final parece haber sido un sucio truco barato. Clemente dice haber apoyado su candidatura, pero sin que transcurra mucho tiempo, se extiende la noticia de una plaga de peste en la ciudad de los cardenales, de origen extraño y repentino. Ningún otro más que Clemente se lo comunica a Adriano, y el desenlace nos hace sospechar de sus verdaderas intenciones: Clemente envenenó la copa de vino de Adriano ya que no pudo evitar ponerse al servicio del emperador por circunstancias de peso, y ante todo, Roma no se subordina más que ante Dios. De esta forma, Clemente no sólo complace las aspiraciones generales de los cardenales, sino que, a pesar de traidor, por su cercanía a Adriano, lo ven como el mejor sucesor posible. Un plan muy bien organizado desde el principio.

Catalina y Cortés: "Tenéis al demonio dentro de vos"

Hernán Cortés

Cortés y Catalina

Cortés comienza a edificar la villa de Veracruz sin saber que Catalina, su mujer, viene de camino. Ella queda perpleja al ver que su marido le pone los cuernos con la india Malinche, y que para más irritar las cosas, encima ha tenido un hijo con esta "salvaje". A la Malinche tampoco le agrada ver que Cortés no se conforma con una, y viendo que Catalina puede ser fuente de malas infuencias, le da la razón diciéndola que le pasa algo, como si de repente estuviera endemoniado por la avaricia y la sed de poderes. Malinche es la mejor baza de Cortés para tener sumisos a los indígenas y la utiliza como instrumento político, más que nada, además de que él es el continuador, por así decirlo, de la voluntad de Monctezuma, y la unión de las dos culturas, como ambo querían, tiene su más claro reflejo en el niño concebido por Cortés y Malinche. Pero ésta, inteligente, pretende que se vuelva en contra de Catalina, y para eso le mete a Cortés en la cabeza que él es como un dios viviente. Cegado por eso y por su nombramiento como gobernador de las Españas, habiendo conseguido su deseo de apartar de ahí al lerdo de Velázquez, celebra una fiesta y, medio beodo, discute con Catalina hasta que el forcejeo termina con la muerte de ésta. Así consigue Malinche su objetivo de tener para ella sola a Cortés. El papel de esta mujer es el de una esclava vendida por su madre que, de alguna manera discreta, busca resarcirse y ascender en la escala social, pero eso le sería imposible si Catalina continuase como esposa legal de Cortés, por lo que eliminarla era su mejor opción, y para eso lo hizo con "lengua de serpiente". Habrá que ver si la misma Malinche no acaba llevando a Cortés a su perdición, y de paso a ella misma, ya que de ahora en adelante, si cae Cortés, cae Malinche. 

Francisco: "¡Maldita sea! ¿¡Qué mal he hecho yo para merecer a Carlos!?"

Francisco I
Francisco se prepara para la batalla de Pavía, pero para su desgracia, no puede vérselas con su oponente en el campo de batalla, ya que Carlos dirige la guerra desde España. Los monarcas franceses tenían gran apego a las tradiciones e incluso los nobles, no ya los reyes, se prestaban como soldados para la batalla, lo cual en España dejó de seguir gustando a partir de Felipe II en adelante. Y es que a Francisco le hacían falta unas buenas sesiones de esgrima con la espada, porque como vemos, no sale de su alcoba, así que no es de extrañar que le acaben pillando medio muerto. Se le había olvidado pelear a la antigua usanza.

¿Qué pasará...?

En el siguiente capítulo es probable que empiecen los preparativos para casar a Carlos con Isabel, y que Cortés acabe muy afectado por el asesinato de Catalina, hasta tal punto que se tambalee su relación con Malinche y sus propios hombres, y cómo no, que su nuevo cargo de gobernador sea más de palabra que de hecho... Y, por supuesto, a ver cómo reacciona Clemente VII y cómo se toma Carlos la muerte de Adriano. Por otro lado, no nos olvidemos del pobre Francisco, que por fin, de una vez por todas, tendrá el privilegio de verle la cara a su archienemigo declarado. Además, habrá que ver cómo arreglan los tratados entre la derrotada Francia y España.





domingo, 11 de octubre de 2015

La Iglesia española y el fantasma del laicismo

En los últimos días el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monje, ha hecho una serie de declaraciones, propiciadas por la enseñanza de la religión en la escuela, en las que denuncia la persecución a la que se ve sometida la Iglesia católica en el mundo y en España,  donde el "laicismo" de una sociedad "atea y secularizada", que ve a la religión "con ojos torcidos", pretende apartarla de la vida pública. Un hecho que denuncia con frecuencia la jerarquía eclesiástica, pero llaman la atención la insistencia y la dureza con que se expresa nuestro casi recién nombrado obispo.

Esta tribuna tiene como objeto reflexionar, a partir de alguna cifras y de mi experiencia como profesora de Historia del Cristianismo en el ámbito universitario, acerca del lugar que hoy ocupan en el mundo y en la sociedad española el sentimiento religioso y la religión católica para medir hasta qué punto el sentimiento de persecución de la Iglesia española es hoy verosímil.

El barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) de abril de 2015 indica que el 71'8 % de la población española se declara católica, el 2% creyente de otra religión, el 14'5 % no creyente y el 9'8 % ateo/a.  Por tanto, en la actualidad la Iglesia cuenta con un altísimo número de fieles, más de dos tercios de la población. De estos, el 61'6 % no va casi nunca a misa, el 14'6 % lo hace casi todos los domingos y sólo un 2'6 % acude varias veces a la semana. En todos los casos, tanto de creyentes como de practicantes, la mayoría son mujeres. Por ejemplo, entre los que van a misa todos los domingos  las mujeres duplican a los hombres (18'6 frente a 9'8). Si observamos los resultados del barómetro por franjas de edad, el porcentaje de los que se declaran católicos entre 18 y 24 años es de 52,4 %; entre 25 y 34 del 56'1 y así en aumento hasta la franja de 65 años de edad y más, que llega hasta el 89'3 %. La tendencia es similar en la frecuencia de asistencia  a misa: el procentaje que no acude 'casi nunca' entre 18 y 24 años es de 74'4%, mientras que entre los 65 y más años  es de 41'7. Los ateos, por su parte, suponen menos del 10 % de la población, aunque habría que sumar a ellos el procentaje de lo que el CIS califica de 'no creyentes', pues no se ve la diferencia entre unos y otros. Pues bien, aún en ese caso, la Iglesia sigue contando con una aplastante mayoría de miembros.

El problema que tiene hoy la Iglesia no es que reine la increencia en España, ni que una mayoría de ateos y laicistas le impida tener peso en la sociedad,  ni que el Estado le haya privado de los derechos adquiridos  a lo largo de los siglos (presencia en instituciones públicas y actos protocolarios, participación en la enseñanza pública, influencia en la legislación, prerrogativas fiscales), sino que sus fieles han dejado de ser religiosos.




Veamos brevemente lo que ocurre con la religiosidad en el mundo. Un estudio de WIN/Gallup Internacional publicado el mismo mes de abril de 2015 revela que no hay pérdida del sentimiento religioso a nivel global (dos terceras partes de la población global se declaran religiosos), y esa tendencia es creciente, de manera que se calcula que en 2050  el número de ateos se reducirá enormemente. Los menos religiosos hoy son los chinos, con un 61 % de ateos declarados, y los más religiosos los tailandeses, con un 94 %, seguidos por los armenios, con un 93%, que son de mayoría cristiana. Los menos religiosos son los europeos occidentales, con un 51% de no creyentes. La tendencia en Europa es que a mayores ingresos, educación y edad, mayor ateísmo; a menor formación, mayor religiosidad. A nivel global, las personas que carecen de educación son las más religiosas (80%), pero la gente religiosa es mayoría en el mundo en todos los niveles sociales y educativos.

El nivel de religiosidad en España está muy por debajo del mundial y también del europeo. Se pordrá objetar que declararse católico es un hecho social y que no es lo mismo que ser una persona religiosa, o incluso que ser creyente. Pero un informe de la Fundación Pluralismo y Convivencia y del Laboratorio de Investigación Social de la Facultad de Sociología de la UCM publicado en 2013, que ha preguntado por la cuestión de las creencias y su práctica, establece que en España el 37% se declara creyente no practicante, el 31% creyente practicante y el 31% ateo, agnóstico o indiferente. Casi el 70% son creyentes. 

Así pues, a la Iglesia católica en España le ocurre algo: que lo que enseña en la catequesis y en la escuela y lo que demanda y ofrece a sus fieles no es hoy interesante para éstos. Doy clase de Historia del Cristianismo y de las Religiones Antiguas a estudiantes universitarios, materias que cuentan siempre con una alta demanda; la religión, por tanto, interesa. Muchos de mis estudiantes han cursado religión en la escuela durante varios años y prácticamente todos han hecho la primera comunión. Y en cada inicio de curso me asombro de lo poco que saben, no sólo de historia del cristianismo (nada) sino de sus dogmas básicos. Se entiende el porqué de esta ignorancia cuando se lee el programa de la asignatura de religión que debe impartirse en la escuela. Ninguno de mis alumnos ha leído la Biblia, ni tan siquiera el Nuevo Testamento. Nadie sabe quiénes son los Corintios que menciona el sacerdote en sus lecturas, ni cuáles son las exigencias mínimas de su fe, esto es, las creencias que se esperan de un católico. 

Tal es su precariedad, que la Iglesia hoy no exige nada a sus fieles, ni tan siquiera acudir a misa. Quizás esta falta de exigencia de compromiso vaya en su contra. Ya San Agustín se admiraba de lo fácil que era hacerse cristiano y del escaso nivel de conocimientos que la Iglesia requería para ser bautizado. Las cosas no han cambiado en la actualidad. 

La Iglesia católica, por lo menos en Europa y en España, ha perdido, además de la exigencia intelectual, el fuerte compromiso social que la caracterizó en sus orígenes, el proyecto de una fraternidad universal sin distinción de razas y orígenes, donde estuvieran incluidos judíos y gentiles, ricos y pobres, libres y esclavos. Todos los vivos y todos los muertos. Y también las mujeres. Con estas últimas, sus más fieles seguidoras, la Iglesia tiene un deber de reconocimiento especial nunca cumplido.

En vez de culpar a responsables externos (secularistas, ateos y perseguidores de distinta índole), la Iglesia española debería reflexionar sobre su propio fracaso y recuperar una cierta altura filosófica y moral, a la vez que un proyecto social con el que simpatizarala gente religiosa, esa mayoría de hoy, y empezar a asumir con espíritu crítico su propio pasado y su presente historia. La recomendación del obispo de nuestra diócesis a los profesores de religión ('evangelizad con alegría') no es suficiente. 

Mar Marcos, profesora de Historia en la Universidad de Cantabria y presidenta de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones (SECR)

El Diario Montañés, XI de octubre de 2015







martes, 6 de octubre de 2015

El "Emperador" de TVE pierde la batalla de los lunes

Capítulo 5: Carlos es coronado finalmente emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.
Sobre crisis, audiencias y programas 

La serie de "Carlos, rey emperador" no está teniendo el seguimiento que se preveía al principio. La semana pasada empató el registro de audiencias y se posicionó en el 13,4%, continuando con la tendencia descendente que marcan los audímetros. Los programas más vistos de la tarde-noche fueron, como ya es costumbre, "La Voz Kids", que aumentó dos puntos con respecto a la semana pasada (del 27 al 20%), "El Hormiguero 3.0" y el filme de "Contraband" (14 y 8%, respectivamente), ambos en la lista de Antena 3. "Carlos" sigue como tercera opción del Prime Time pero amenaza con descender al cuarto puesto el resto de episodios que quedan. 

A mi juicio, quizá lo más conveniente para la cadena sería un cambio de día, aunque no de hora, a fin de evitar la competencia de los programas que más público atraen. En este caso, cambió  anoche la "modalidad" de "La Voz Kids" y Antena 3 emitió dos "ediciones" distintas del mismo, una novedad de toque competitivo que por sí sola bastó para incrementar la audiencia. Por los datos registrados, parece ser que, en general, lo que el público espera de los programas es innovación y entretenimiento, su identificación con actores y actrices famosos. De otro modo no se explicaría el éxito de apuestas como "Gran Hermano", si bien este es un programa aparte, de género neutro. Me refiero sobre todo a programas como "Sálvame", "El Hormiguero" o "El Intermedio", donde el ridículo se pone al descubierto todos los días, imitándose a famosos con gran teatralidad. De no haberse puesto en marcha esa "segunda edición" de "La Voz Kids", quizá la audiencia se hubiera repartido más entre todas las cadenas, pero es obvio que la novedad ha suscitado gran interés y que si efectuásemos una encuesta, si le preguntásemos al público español qué programas prefiere ver, seguramente la respuesta se inclinaría por la programación "de relleno". Ni siquiera se muestra ya interés por "Cuarto Milenio" o los programas de tipo investigación. También hay que añadir  que Cuatro estrenó "Rabia" la semana pasada, una serie similar a "The walking dead" que, a pesar de sus mínimos de anoche en torno al 6%, sigue siendo otro factor para que ese porcentaje de espectadores hayan preferido ver esa serie y no "Carlos". En otras palabras, la adición de una serie más al elenco televisivo se suma a la competencia del Prime Time, lo cual parece dejar entrever que, a mayor competencia, más negativos serán los resultados para el emperador de TVE, aunque estemos hablando de su segundo capítulo, que también ha perdido fuelle con respecto a su estreno.

Tal vez la crisis de estos años haya sido tan exasperante que el obrero reclama diversión televisiva para olvidar las desventuras de la jornada laboral.Cuando un programa baja de audiencia un día, significa que hay una parte del público que se ha decepcionado al ver que no cumplía sus expectativas, es decir, que se está convirtiendo en una monotonía rutinaria. Y si sube, implica que gustan los cambios. Por desgracia, en este país donde vivimos los cambios, por tradición, o bien son recibidos con alborozo, o bien odiados hasta rozar el aborrecimiento. Sin embargo, para "La Voz Kids" esas brisas nuevas han resultado bienvenidas. No ha sucedido lo mismo con "Carlos, rey emperador". Desde mi punto de vista, la serie, a la que no se le pueden replicar sus méritos, ha mejorado desde los primeros episodios, pero eso no se ha traducido en un incremento de la audiencia, lo que parece estar fuera de toda lógica. Puede que fuera ilógico si esto no se llamase España, pero la realidad televisiva es que cada vez el público muestra mayor desafección por la historia cultural y el patrimonio nacional. Las series de este calibre, por alguna razón, gustan muy poco o casi nada, y a ello se debe que las ficciones históricas no estén para nada a la orden del día. Además, son económicamente muy costosas y no hace falta invertir dinero para que luego nadie lo vea. Algunas que puedo recordar han sido precisamente "Isabel" y "Toledo: cruce de destinos". Se estrenaron el mismo año y con los mismos escasos recursos, pero "Isabel" logró mantenerse  estable mientras "Toledo" concluyó con una única temporada a la luz de su lamentable audiencia. En Europa, por el contrario, se emiten con mayores garantías las ficciones históricas y su número supera al de las españolas, pero porque también tienen una gran aceptación. 

En fin, nos llevaría bastante tiempo analizar el seguimiento o el desinterés de la gente por unos programas u otros. Hay que pensar en ello con actitud crítica y amplitud de miras: el fenómeno puede ser perfectamente multicausal. La crisis, el paro laboral, la escasez de recursos y la excesiva información que proporciona Internet pueden ser todos ellos factores que afecten a las audiencias de televisión, tema que daría para largo y distendido tratarlo en este apartado. 

Resumen del capítulo de anoche

Carlos es investido por el colegio de cardenales en la corte de Aquisgrán. Realiza su juramento colocándose en el suelo con los brazos en cruz, luciendo una tupida túnica blanca, una icónica escena que por desgracia ha sido muy breve, mientras en Castilla la nobleza y los comuneros se rebelan contra su autoridad y solicitan que la reina Juana vuelva a regir los reinos, que por delegación de Carlos, han sido confiados a  Adriano de Utrecht. Fuera de palacio, tienen lugar las primeras reyertas entre bandos nobiliarios. La situación con el pontífice tampoco mejora y pone a prueba la lealtad de Carlos ofreciéndole su apoyo a cambio de que condene a Lutero, exponente de los protestantes alemanes. El emperador se ve en una encrucijada: apoyar al papado y declararle la "guerra de religión" a Alemanía, a la par que Francia e Inglaterra recelan de su autoridad y planean aislarle. A su vez, el papa también busca apoyos políticos y para ello tiene al cardenal Walsey de mediador entre él y Enrique VIII, acuerdos iniciales que no salieron bien, pues ni Walsey consiguió más poder ni Enrique ser candidato al Imperio. 

Después de ser declarado oficialmente heredero al Imperio, Carlos ve estrecharse su  cerco entre Inglaterra y Francia. Enrique VIII y Francisco I se citan para suscribir un pacto y poner fin a sus rivalidades para unirse contra los desmesurados poderes que Carlos acaba de acaparar para sí, pero durante la cena de celebración las cosas no salen como ellos esperaban y acaban retándose los dos monarcas a un duelo de lucha libre que solo hace que sus firmas acaben en papel mojado. La circunstancia le es favorable a Carlos, y éste logra entrevistarse con Enrique VIII y su tía Catalina, los cuales le proponen casarse con su hija María, de apenas 4 años, a lo que él no rehúsa directamente, contestando que necesita tiempo para pensarlo, ya que el matrimonio habría de esperar muchos años. Con todo, durante su viaje por Europa, a su paso por Flandes, propone a su hermano Fernando como archiduque, viendo que necesita una mano derecha para controlar los territorios, cumpliendo así su deseo de tener cargos importantes que ejercer y aliviándose él de tan pesada carga al no poder pasar fuera de Castilla más de tres años, según la decisión tomada en Cortes. 

En el "imperio de ultramar", Cortés se presenta ante Monctezuma como servidor y amante de la paz entre las dos culturas, embriagado por la naturaleza paradisíaca y las riquezas que oculta aquel vasto reino de pirámides, que según las antiguas profecías mayas, está a punto de concluir. Cortés y Monctezuma intercambian presentes en actitud pacífica, pero todo se trunca con el asesinato de algunos de sus hombres, a lo que Hernán Cortés responde con el arresto de Monctezuma. Ninguno de los dos consigue sus propósitos y Monctezuma es asesinado por su guerrero Cahuatemóc al ser considerado un traidor, un soberano débil que ha propiciado la guerra y se ha arrodillado ante unos codiciosos extranjeros. Cortés le promete venganza y realizar el sueño de una convivencia pacífica al servicio de la verdadera fe cristiana, antes de morir. 

Así, un imperio nace y otro toca su fin. El deber de mantener la paz y la justicia es el ideal en común entre el imperio europeo y el imperio mexica, pero sus responsables se verán inmersos en el conflicto que implica la convivencia entre diferentes religiones y culturas. Por Europa se propaga la erudición de Lutero, el cual ve al pontífice como el "anticristo". La herejía protestante comienza a infectar a la población y ganarse seguidores, obligando al recién nombrado emperador a posicionarse entre la política y la religión; el imperio mexica cae con Monctezuma y es la guerra entre la verdadera fe y los ídolos, la ruina del paraíso. Tenemos "anticristos" (Lutero, el Papa), y "antiemperadores" (Francisco I y Cortés), y en mitad de ello, dos sociedades muy distintas en conflictos más allá del océano. Un capítulo en el que la búsqueda de la paz lleva a su némesis, la guerra. Es la paz para evitar la guerra, y la guerra para encontrar la paz. 

martes, 22 de septiembre de 2015

"Carlos, rey emperador" baja su audiencia dos puntos desde su estreno

Por primera vez, Blanca Suárez hace su debut en la serie. Sin embargo, la novedad no ha bastado para mantener los resultados de la semana pasada.
Anoche vimos por fin a la joven Isabel de Portugal lucir sus encantos, todo un orgullo de hija para su padre, Manuel I, pero parece que la breve entrada de estos nuevos personajes no ha suscitado mayor interés que el romance entre Carlos y Germana de Foix la semana pasada. Todo hay que decirlo, se suma ahora la corte inglesa de Enrique VIII y Catalina de Aragón, pero salvo escenas muy sueltas, la mayor parte del tiempo lo pasamos con Carlos, que parece agorafóbico (no hay día que no se quede en palacio, y como mucho, salir fuera quiere decir salir al claustro). El muchacho ha empezado ya a mover fichas por el tablero de juego: casará a su hermana Leonor con el anciano Manuel I de Portugal, y a Germana de Foix con el duque de Brandenburgo, hermano de uno de los príncipes electores, para lograr su influencia y el apoyo como candidato al Imperio, tras saberse que Maximiliano de Austria terminó sucumbiendo a su enfermedad. 

Carlos cada vez tiene más claro que el destino lo ha elegido a él y que Dios estará de su lado para combatir la amenaza infiel, pero todos sus esfuerzos parecen en vano: anoche se registró una caída del 2% de audiencia respecto al estreno, dejando a la serie con un 13,5% de audiencia, a sólo un 0,1 de "El Intermedio", cifras que empiezan ya a ser preocupantes. En números globales, se posiciona en el cuarto puesto como programa de la tarde-noche, descendiendo en el ránking, aunque todavía se mantiene en relativa buena posición durante el Prime Time por detrás de "La Voz Kids", que también, a pesar de seguir siendo líder, ha perdido un pequeño porcentaje de su audiencia. El pronóstico de la serie dista mucho de ser bueno, y más cuando todavía quedan bastantes capítulos por emitir. "Carlos" aún tiene posibilidades de remontar su audiencia, pero todo depende del trabajo que los guionistas hayan hecho. A continuación, doy a conocer algunos puntos negativos que pueden ser causa del lastre de audiencia que padece la serie:

   1) Lentitud. De momento vamos tres episodios y aún no se ha visto que la trama arranque. El      desarrollo de la ficción es demasiado lento. La cuestión imperial debería de haberse resuelto a más tardar anoche, pero parece que se prolongará uno o dos capítulos más, lo cual nos va acercando poco a poco al ecuador de la serie que, si no avanza con más ritmo, se dormirá en los laureles.

  2) Relaciones impersonales. En "Isabel" las relaciones entre la reina y sus consejeros eran muy personales y desprendían sentimiento, aunque se tratase de ficción y nada más pero, en "Carlos, rey emperador", no hay simpatías entre éste y Chiévres, Adriano de Utrecht, Gattinara... Cada uno aparece en una secuencia para sobornar a otro o para pedirle que apoye a Carlos como futuro emperador, pero no sabemos nada de ellos. Desconocemos cuáles son sus orígenes, formación, verdaderos intereses (aparte del poder sobre otros, que ya es muy obvio y estamos hartos de verlo)... Son personajes que están totalmente despersonalizados, que van y vienen, que están para añadir interés, pero sin lograrlo, a fin de cuentas.

  3) La vida de Corte. Las damas, los consejeros, cardenales y otros nobles al servicio del rey no se pasaban todo el día dialogando con otros para inquirir por dónde sacar tajada. Tenían sus propias vidas, sus matrimonios de conveniencia y sus propias preocupaciones como señores de vasallos, aunque en esta época la aristocracia ejerce el poder más jurisdiccionalmente que de facto como en la Edad Media. Celebraban fiestas y banquetes, acudían a cacerías o litigios judiciales, organizaban juegos y justas de tradición medieval... En concreto, la corte flamenca era muy ostentosa y Carlos V quiso vivir en Castilla disfrutando de los mismos placeres que en Flandes, y quedarse encerrado en palacio no era uno de ellos. Le encantaba ir de caza y adoraba el antiguo ideal de los caballeros. 

4) Escenarios enclaustrados. La ficción histórica aborda lugares muy distantes de la geografía europea, y tan pronto estamos en España como tan pronto en Francia, en Inglaterra... pero siempre es lo mismo: sitios cerrados. El palacio. No salimos de palacio nunca. La serie pretende transmitirnos una imagen un tanto idealizada. Los reyes no se pasaban la vida encerrados firmando cartas de privilegios. Al contrario, los nobles nacían para luchar, pero cuando no había guerra, para disfrutar, y si había algo que odiasen y les difamase de verdad era trabajar con las manos. En la época los trabajos pesados y manuales eran considerados de "pecheros" (gente no privilegiada y que pagan impuestos directos e indirectos). Hacen falta escenarios variados y más exteriores, porque el interior no se distingue demasiado. Recordad que estamos en el Renacimiento. 

5) No hay mala sangre. Aunque sí que la haya, aunque haya competencia entre los personajes, ninguno hasta el momento se ha manchado de sangre las manos. Todo va en la línea de lo predecible. Los interesados no urden planes de asesinato, ni conspiraciones ni nada por el estilo, nada que añada un toque de misterio a la serie y que nos haga pensar en posibles culpables. Por supuesto que, si lo hubiera, sería ficción y no Historia, pero para eso ya están los libros. Si una serie se limita solo a lo histórico, se convierte en documental, y para documentales ya tenemos muchos en Canal Historia (CH) y Discovery Max. 

La serie está a tiempo de evitar el desastre pero, por desgracia, es un trabajo ya hecho, y los guionistas no lo hacen según la marcha. Todo depende de cómo se resuelvan los próximos tres o cuatro capítulos, y de cómo gire el argumento una vez que Carlos sea proclamado emperador. Como han querido decir los asesores históricos anoche, prácticamente estamos en una "primera fase" del relato. Ahora bien, como esto siga así (y parece que es probable que los datos se conviertan en tendencia), auguro otro 1% menos de audiencia el lunes que viene, una posible caída al 12,2% y una bajada al tercer o cuarto puesto del Prime Time.


martes, 15 de septiembre de 2015

"Carlos, rey emperador", entre el "Puente" y la "Voz"

"Carlos" lucha y se mantiene entre los mejores puestos del Prime Time del lunes.
Resultados de audiencia

"Carlos, rey emperador", la nueva ficción histórica de TVE, se estrenó la semana pasada con un 15% de audiencia, algo más de dos millones de espectadores, y estuvo entre los primeros puestos del ránking de los más vistos de la tarde. Después de ostentosas presentaciones, el joven rey comienza  a mostrar sus armas para acorralar a la audiencia: si bien anoche no fue  líder, lo cual es predecible teniendo en cuenta la popularidad de "La Voz Kids", el monarca quedó entre el segundo y el tercer puesto de los programas con más share. 

Durante la tarde, la TVE (La 1) es, junto con La 2, una de las cadenas menos vistas, encabezando la cola del ranking con un 6%, solo por delante de La 2, que fue la menos vista, con un ridículo 2%. Telecinco y Antena 3 son las líderes de la tarde-noche. Los motivos ya les conocemos, pues es deplorable la programación tanto de La 1 como de La 2, ésta última con documentales mil veces vistos y mil veces repetidos. La curva de la audiencia cambia radicalmente a las 22:00 de la noche, hora Prime Time: La 1 casi se gana un 2º puesto con "Carlos, rey emperador", que le sacó la espada a la serie de Antena 3, duelo que acabó en tablas dado el 11'9% de share en ambas ficciones, lo cual no está mal, ya que "El secreto de Puente Viejo" lleva unos años ya en Antena 3 y el público suele ser fiel e inclinarse por las series conocidas. 

La serie renacentista comenzó con un 11% de audiencia pero fue incrementándose paulatinamente hasta el 14% final. De hecho, la curva de audiencia marca el pico en que comienza "Carlos, rey emperador". El resultado global no es malo, pero sí que empeora el obtenido la semana pasada, pues desciende un 1% la cuota de share, lo cual es negativo pero no alarmante. A medida que transcurría el Prime Time, descendía la curva de Antena 3 y subía La 1, lo cual puede estar condicionado por la publicidad, pues La 1 no introduce anuncios. La gran ganadora, como siempre, "La voz Kids", que se desborda y mejora los resultados de la semana anterior con un 29% de audiencia. 

Lo dicho, anoche "Carlos" se movía entre el "Puente" y la "Voz". No se trata de que no suscite interés, más bien todo lo contrario, pero la falta de acción y el excesivo drama de anoche pudieron pesar para que parte del público dejase de ver el episodio por momentos. En resumidas cuentas, se podría decir que la serie no va a "atrapar" a un público diferente, y se prevé que no lo haga en sucesivos capítulos. 

http://www.formulatv.com/audiencias/2015-09-14/franjas/

http://www.vertele.com/noticias/la-voz-kids-29-2-crece-imparable-y-carlos-14-cede/


Review/resumen del capítulo: Cartas sobre la mesa

Poco a poco, la serie comienza a perfilarse y se van dibujando con finas y hasta transparentes líneas el nexo de unión entre los distintos personajes. Tras jurarle plena fidelidad, su hermano Fernando aprovecha para acercar posiciones al joven rey. Los dos salen juntos a cazar en mitad de la nevada y, como adolescentes que ambos son, estrechan lazos. Por su parte, Germana de Foix, que apoya a Fernando, seduce a Carlos con sus encantos y eso le procura un gran acercamiento. La viuda del Católico utiliza como prerrogativa la soledad y escasez de respaldos en la corte, el hecho de que tanto ella como él son extranjeros para Castilla. Esto no implica la desaparición del partido fernandino, sino un cambio en las estrategias cortesanas por manipular a Carlos. Si al principio pretendían ser la sombra que le hiciera frente, ahora serán la sombra que le siga para bien y para mal. 

Respecto a Chiévres y Adriano de Utrecht, el segundo mucho más precavido que el primero, prácticamente acaparan la atención del rey, hasta el punto de que Chiévres no le deja solo ni para ir al baño; es el padre sobreprotector que le falta al joven, y en la corte no pasa nada sin que él lo sepa. Finalmente, Carlos termina por culparlo de sus decisiones. Sí, sus decisiones, porque se da cuenta de que, aunque él es el que tiene la última palabra, Chiévres es la mano que la ejecuta. En definitiva, Carlos reina pero no gobierna, y se muestra muy inseguro de sus capacidades para dirigir un reino del que desconoce hasta su lengua, lo que hace que tenga que recurrir a Chiévres o a Adriano para desayunar, para merendar, para comer y para cenar. Sospecha que, en realidad, la mitad de los que están a su alrededor no le quieren por lo magnánimo que es, sino por su ingenuidad y para sacar algún que otro provecho, y cuando las pasiones se interponen, Carlos va dando palos de ciego. Pero no sabe cómo poner remedio a ello; ni siquiera sabe qué debe de hacer,o qué decisión tomar, con la provisión enviada por el gobernador de las Indias, y menos cómo hablar en una sesión de cortes: en mitad del salón, es como una estatua viviente cuya lengua es Chiévres. 

Carlos debe aprender que la paciencia es una virtud. Nada más llegar, no puede ganarse el corazón de los castellanos, así, de buenas a primeras. Tiene que demostrar que se preocupa por Castilla, y si por algo el asunto le ha salido rana, es por el tema de los nombramientos. Chiévres es partidario de que el rey consiga apoyos de los naturales flamencos, ya que no parecen querer dárselo los castellanos, y por ello consigna los cargos importantes a los extranjeros, lo que no hace sino que Carlos se quede aún más solo. Para la nobleza castellana, esto es un castigo, no una merced. Con razón acaban acusándole de impotente y de no saber gobernar, porque los que gobiernan son sus consejeros. Ellos lo consiguen todo con una firma y él como rey no logra nada.

Así, pareciera que los intereses están muy divididos, y que cada bando comienza a mostrar ya sus cartas. Los amigos se vuelven enemigos, y los enemigos son la mejor baza. Carlos sabe que su amistad con Fernando es como una puerta a Castilla, porque al menos él es castellano pero, por el contrario, debe alejarlo de su persona en contra de su voluntad, ya que la nobleza y los otros estamentos se apoyan más en Fernando y eso le resta poder. Para consolidarse como monarca, debe enviar a su hermano a Flandes. Tiene que empezar a tomar sus propias decisiones y evitar que los consejeros acaparen más poder que el mismo rey. 

Puntos + y puntos - del capítulo

Punto +: el rey ingenuo que no sabe gobernar. En el siglo XVI existía también una literatura que circulaba en torno a estos temas, a propósito de la multiplicidad de atenciones y cuestiones que los reyes debían atender. Dado que no podían abarcarlo todo, delegaban sus funciones. Los secretarios de Estado y los validos fueron figuras muy criticadas y la muchedumbre a veces creía que los reyes ya no sabían reinar, dado que todo lo hacían otros en su lugar. Otro razón que motivaba el desconocimiento de los monarcas era su propia formación, ya que recibían una instrucción muy básica y ahí no entraban asignaturas como "política diplomática"; también, en ocasiones, debían afrontar el reinado siendo demasiado jóvenes, y el hecho de estar rodeados siempre de consejeros y escoltas retrasaba su "emancipación". 

Punto +: Carlos, la Razón de Estado, y Francisco I, el despotismo. Aunque Francisco I tenga poco protagonismo, es el rey absoluto por excelencia, mientras que Carlos V  es el monarca que gobierna con la razón y la potestas ordinaria. Generalmente los monarcas actuaban siempre con potestas ordinaria, es decir, respetando las leyes del reino, pero en ocasiones hacían valer su potestas extraordinaria en momentos contados y exclusivos. Esto podía traducirse en aumentos de la presión fiscal para financiar conflictos de prioridad que atentasen contra la seguridad nacional. En todo caso, siempre debían ser medidas justificadas para un bien común. En el capítulo, podríamos decir que si Francisco I se pasa de listo con los derechos sucesorios, Carlos V no sabe de qué va la fiesta de los nombramientos regios. 

Punto - : Carlos no sabe ni papa de castellano. En efecto, Carlos V no sabía hablar castellano, y más vale que los guionistas no nos hagan creer que aprendió el idioma en cuatro días. Se trata de un "gazapo" que ya se vió en el primer capítulo. ¿Cómo iba a entenderse Carlos V con su madre doña Juana? Además, es probable que no tuviera mucho tiempo para aprenderlo, ya que pasó poco tiempo en España. En la escena de cortes, Carlos es como una momia que mira y respira, pero no habla. Quizás parte de estas secuencias debieran de haberse subtitulado, como en otras series, para que pudiésemos ver a Carlos desde dos perspectivas distintas: desde su propia lengua como uno más de los suyos, y desde la de los castellanos, lo que tal vez, por otro lado, hubiera resultado excesivo y no hubiera gustado tanto al público.

Conclusión: la trama se desarrolla lenta y en ocasiones las escenas parecen más de teatro debido a la falta de exteriores; abundan los diálogos y las intrigas están ahí, pero quizás al capítulo le falta un "punto" extra. No se puede decir que haya ni buenos ni malos, ya que sólo existen intereses de por medio. La monarquía no peligra, por su legitimidad, y el romance entre Carlos y Germana de Foix resulta un poco adicional. Puede que el capítulo no enganche lo suficiente, aunque los decorados, las expresiones y el vestuario son impecables. Se acerca en cierta medida a "Los Tudor" y se demuestra que la política del día a día es un "Juego de Tronos", pero si algo le resta al segundo capítulo, en mi opinión, es la acción que vimos en el episodio piloto. Creo necesarias unas dosis de tensión e intriga más profundas. Por supuesto, a la serie aún la queda mucho desarrollo y, normalmente, los primeros 3-4 capítulos siempre resultan los más áridos. Por lo que se ha visto del avance de la semana próxima, parece que la cosa promete más con la elección de Carlos V como nuevo emperador. 

viernes, 11 de septiembre de 2015

"Zoo": De la teoría a la ciencia, de la ficción a la realidad

¿Sería posible, en un futuro no muy lejano, una conspiración animal mundial como en "Zoo"?




Seguro que al terminar de ver los dos capítulos de ayer, más de uno se preguntó si esto podría llegar a ocurrir de verdad... o peor, si ya está pasando ahora mismo. Tras la emisión de la serie, Cuatro optó por un documental relacionado con los animales más peligrosos para el ser humano, interesante, pero que, en definitiva, nos dejó en ascuas. Ésta, la que plantea la serie, es la gran pregunta del millón, para la que es posible que no haya una única respuesta, ni una única teoría. Pero, de nuevo ¿es posible de verdad? Quizás, pero con un índice de probabilidad ínfimo, y no sería a escala planetaria, sino a nivel de especies concretas.




Los animales poseen, por así decirlo, un código genético determinado por sus orígenes biológicos y los genes aportados por sus progenitores. Se trata de conductas previsibles. Frente a un estímulo, pueden reaccionar de diversas formas, pero atendiendo siempre a un marco previo básico, que se puede reducir, para entendernos, a:

1) Luchar
2) Huir
3) Evitar

Las tres mismas variantes fueron descritas por César Millán, el entrenador de perros, en el programa "El encantador de perros" de Cuatro, hace algunos años. En un especial del mismo, también se tuvo la oportunidad de conocer a un "encantador de caballos" cuya filosofía consistía en lo mismo: la rehabilitación psicológica de los animales para hacerlos sociables a las personas. Es un esquema básico y que siempre se repite, sin importar demasiado la especie de que se trate, de modo que sería más que difícil que añadiésemos a ese esquema tripartito opciones como "llamar por teléfono" voluntariamente, lo cual pudimos ver reflejado en la serie cuando los tres leones subieron al malherido "Rafiki" al árbol y encendieron el móvil de éste de un zarpazo para preparar, a propósito, la trampa. El que un animal reaccione de diferentes formas preestablecidas depende de varias factores, como los genes de sus progenitores, ya que los instintos se heredan parcialmente, el nivel de socialización del individuo con otros de su especie, la atención proporcionada por sus progenitores o la posición jerárquica dentro del grupo y su personalidad. 






Los instintos de un animal condicionan su comportamiento y  afectan en gran medida sus respuestas a un estímulo, y de alguna forma, influyen en la selección natural, por lo que  sólo los ejemplares con instintos más aptos, entre otras caraterísticas, sobreviven. Por ejemplo, existen gatos curiosos y gatos más retraídos, dentro de una tendencia general a la desconfianza en lo extraño. Si en algún momento un gato se siente atraído especialmente por un coche y se acerca a él, y éste se pone en marcha, corre peligro de ser atropellado, pero eso no sucedería si en vez de haber mostrado curiosidad, hubiera demostrado miedo o evitación. A fin de cuentas, no es tan diferente de lo que nos pasa a los humanos: algunos sienten vértigo y jamás harían puenting, y otros no lo sienten y se arriesgan a perder la vida. 




El hecho de que esos instintos cambien, no es probable de hoy para mañana. Se trataría de un proceso natural de tipo evolutivo, una modificación de la herencia de los instintos que podría ir asociada o no a un aumento del tamaño cerebral o a una mejora cognitiva general, por ejemplo. Además, como tal proceso adaptativo, conllevaría miles o millones de años. Nosotros no lo notaríamos. Sin embargo, el hombre, mediante el uso de las tecnologías, sí podría propiciar o acelerar dicho proceso y alterar  esas bases. Es en ese supueso científico en el que se basó la película "Deep Blue Sea" con los tiburones. Sería viable mediante la modificación genética de los genes que codifican los instintos, que podrían potenciarse o reducirse para conseguir diferentes resultados. Algo similar ocurre con el perro y el lobo: el lobo es el antepasado de todas las razas de perros, hasta el punto de que el mejor amigo del hombre no es más que una variante estilística mejor adaptada a la compañía humana. Sin embargo, existen diferentes tipos de perros, cada raza especializada en la realización de determinadas tareas. Algunas están pensadas para ser inteligentes y colaborativas con sus dueños, por lo que desarrollan más su inteligencia, como el pastor de Shetland, el Border Collie o el Pastor Belga; otras, en cambio, tienen una musculatura y una mandíbula perfecta para atrapar o cobrar presas, o para infligir daño, como  los Pit Bull, Boxer y Bull Terrier; algunas, por el contrario, presentan un aspecto más lobuno y poco evolucionado, más cercano a sus orígenes y con comportamientos reminiscentes, caso del Alaskhan Malamute, Husky Siberiano, Samoyedo o Akita Inu. Según el instinto que se potenció del lobo original, surgieron diferentes tipos de perros. Y sí, un perro puede morder y ser agresivo, pero por ejemplo, aunque un Collie muerda a una oveja y la derribe intentando agruparla con el rebaño, su instinto asesino está atenuado, y no la mata, mientras que en el caso del lobo, éste la atacaría hasta la muerte para sobrevivir. Si lográsemos cambiar esas conductas, las nuevas reacciones podrían resultar inesperadas e imprevisibles.

La serie plantea una conspiración animal en la que todas las especies ven como amenaza única al hombre. Si atendemos al lenguaje de cada género animal, vemos que esto no sería  más que ciencia ficción: el hombre se comunica básicamente mediante el lenguaje oral, pero muchas otras especies emplean la comunicación corporal para expresarse y los gestos no coinciden en nada con los nuestros: si uno le sonriese a un chimpancé, el primate lo interpretaría como una señal de advertencia o de agresión, de desafío, y si se le ocurriera enseñarle sus dientes a un perro, el can le imitaría, pero no por afecto. Así, pues, sería prácticamente improbable que animales de diferentes especies se coordinasen para aniquilar la humanidad, ya que no podrían organizarse colectivamente ni entenderse correctamente entre ellas. Un leopardo no podría interactuar con una abeja, porque los insectos, por lo general, se comunican mediante secreciones denominadas feromonas o por posiciones corporales, en menor medida, y su cerebro es diminuto y casi carente de memoria. 




Desde el punto de vista de las relaciones depredador-presa, también sería imposible. No sería posible que diferentes especies se coordinasen colectivamente para afrontar una supuesta amenaza común que no sería ni sentida ni comprendida más que en la conciencia de cada individuo en diferente medida. Muchas especies de tipo "presa" no se unen para combatir a sus depredadores. En el caso de los búfalos africanos, esto es una excepción, ya que protegen a sus crías formando círculos defensivos contra su mayor enemigo, los leones. Un animal experimenta un peligro pero no es capaz de comunicárselo a otros, y menos a una especie distinta de la que pertenece. 

En conclusión, si se produjese algún incidente parecido al que hemos visto en "Zoo", probablemente no seríamos conscientes, y en la mayoría de los casos, por lógica y por estadística, jamás ocurriría. Dado el caso, sería un fenómeno aislado y como mucho se produciría entre miembros de una especie concreta, que a lo sumo se extendería dentro de un único género animal.