martes, 27 de octubre de 2015

"Carlos, rey emperador": Duelo de Titanes

Isabel conoce a Carlos y ambos se enamoran a primera vista. Sin duda, la escena más romántica y simbólica del octavo episodio.
                                                                   
                                                   Resumen de audiencias


La serie del emperador de TVE sube 0'4 décimas respecto a la semana pasada, posicionándose con un 12'1% ; como cabía esperar, "La Voz Kids" bate su récord de audiencia con un 32% (31'9) en su final, que vieron un total de 5 millones de telespectadores; 14% consiguió "El Hormiguero"; 11'8 y dos millones "El Intermedio"; el cine de Antena 3 y La Sexta se movieron entre el 10 y el 7%, y lo menos visto fueron, como de costumbre, "Gym Tony" y "Rabia", con el típico 5% habitual.

En cuanto a "Carlos", es la primera semana que se registra una ligera subida, a excepción del día del partido de la selección debido al efecto arrastre. Con toda probabilidad, la tendencia quedará en torno al 11-12% de audiencia, aunque el lunes que viene habrá que ver cómo se reparte la audiencia global entre cadenas al clausurarse finalmente la última edición de "La Voz Kids", que ha sido hasta ahora la que ha llevado la voz cantante. Entonces veremos si la serie, aunque ya empezada, logra, contra todo pronóstico, cautivar a algún espectador más.


                                                     Review del Capítulo 8


Acuerdos entre dos mundos: Francia e Inglaterra

Enrique se harta de las insinuaciones de su esposa y desde España Gattinara defiende el honor de los Austrias.


















Carlo se había aliado con Inglaterra para recuperar los territorios dinásticos que le pertenecían y así aislar a Francia, potencial enemiga del Imperio, pero Enrique decidió no colaborar enviando ejércitos debido a que Carlos abandonó el compromiso de casarse con la infanta María, casi recién nacida. El monarca hispano se enfrenta a las consecuencias de su decisión de contraer nupcias con Isabel de Portugal: al ganar a Francisco  en Pavía, España e Inglaterra deberían de repartirse el botín de guerra, incluyendo los territorios que Carlos V reclama y, en teoría, Enrique VIII cree que aún tiene derechos sobre ello ya que la culpa fue de Carlos por romper el compromiso con la infanta, por lo que Enrique se declara aún respetuoso. Esto es lo que legitima al inglés para pedir una ración de la conquista. Sin embargo, Carlos lo ve de otra manera: si no participó de la guerra, fueran cuales fueran sus motivos, no tiene derecho a  recompensas. Luego entonces, Enrique plantea ganarse a Francia si pierde a España como aliada, lo cual no favorece en nada a su esposa Catalina. Catalina dependía de que Carlos se casara con la pequeña María para mantener sus derechos y poder en la corte inglesa y al rechazar su sobrino la propuesta, la debilita a ella personalmente. Sólo así se explica que Gattinara pague a un subordinado para enviarle una carta secreta a Catalina y que defienda su misma postura: que Carlos acabe cuanto antes con la vida de Francisco. A Carlos no le interesa asesinarle. Es solo un rehén para forzarle  a que le entregue el ducado de Borgoña.

La posición de Catalina en Inglaterra es más que vulnerable: allí pueden reinar las mujeres, pero a Enrique sólo le interesa un heredero varón y ella ya es una mujer anciana para la época, en edad infértil, de manera que para el inglés es muy prescindible. Catalina apoyaba en gran medida a Carlos dados los lazos de sangre pero, aunque ella quisiera que las cosas fueran de otra manera, lo cierto es que su sobrino tiene otros problemas que le pesan más, y es precisamente por eso que hace caso omiso de Catalina y Gattinara. Si matase al rey de Francia, tendría serios problemas y ello le acarrearía una muy mala reputación como "pacificador" del Imperio, más aún cuando eso solo encendería la guerra entre cristianos, algo que al Papado no le interesa, y ya que el Papa y los franceses se llevan tan bien, conviene  no hacer enfadar al primero. Otra consecuencia sería el debilitamiento de Europa frente al turco, y lo que hace falta es una Europa unida y robusta, porque el verdadero enemigo campa a las afueras.

Una vez más, el capítulo demuestra que la política no entiende de sentimientos ni vínculos parentales; que a veces el deber se sitúa por encima de las personas y de la moral, cuando al mismo le viene ya dada la moralidad como principio.

Duelo titánico: las "Dos Torres"

Francisco es llevado a la corte de su archienemigo, pero éste no tarda en darse cuenta de que no es el único que tiene la sartén  por el mango.
Tras cobrarse a Francisco como premio, Carlos lo mantiene encerrado en palacio con libertad muy restringida. Sabe que el francés tiene no pocas ganas de largarse de allí y salirse con la suya, pero nuevamente sus funciones como emperador y como rey le hacen blanco de caballeresca generosidad, por lo que procura que esté bien cuidado y atendido, y que no le cause más retrasos ya que en un mes o poco más tendrá que citarse personalmente con su prometida Isabel. Ésta parte de Portugal con el corazón dividido entre la alegría y la tristeza. Desea cumplir con sus obligaciones como la emperatriz que se espera que sea pero debe alejarse de su familia y el matrimonio es una incesable fuente de incertidumbres, pues desconoce la personalidad de Carlos y no sabe tan siquiera si de entre ellos dos nacerá el amor, al igual que entre Catalina y Juan en Portugal. Éste estaba locamente enamorado de Leonor y ha tenido suerte de que su nueva esposa sea atractiva, pero nunca será la misma mujer. El amor puede surgir con la mirada o con la paciencia. Por suerte, Germana la acompaña en el viaje hasta Sevilla y gracias a eso ya tiene alguna certeza sobre Carlos, que él es un hombre "virtuoso". De alguna forma, es lo que ella esperaría de su futuro marido, y se lo aclara a Germana: ella espera que sea un esposo fiel y que la misma duquesa de Brandeburgo lo comprenda y no se inmiscuya como amante suyo que en su día fue. Isabel mira hacia el futuro. Deja atrás una vida para empezar otra, y esa misma paradoja significa para ella la frontera que separa ambos reinos, el de España y el de Portugal. 

Entretanto, Francisco se da cuenta que Carlos no es el único que puede ponerle las cosas difíciles. Mientras él quiera la Borgoña y rehúse negociar, no habrá ducado de Borgoña que valga. En el pasado, no libró ni una sola batalla frente a frente, y ahora que le tiene tan cerca ¿por qué dejarle ir? La situación entre ambos es la de un tira y afloja, un tensar la cuerda sin que ninguno de los bandos salga vencedor. Efectivamente, para Francisco el empate siempre será una victoria, pero no así para Carlos, y de ahí que le dé constantes largas y caiga enfermo a propósito tras ingerir los frutos venenosos. Carlos, a su vez, también se percata de que no sólo Francisco es su prisionero: ¡él también tiene al toro cogido de los cuernos! Le provocará retrasos y además no le dará la Borgoña. Ni siquiera hacerle jurar sobre la Biblia cambiaría sus intenciones: una vez que esté libre, hará añicos el pacto. Frente a su discreta felonía, Carlos se muestra alerta. "Hermano", sí, a regañadientes. 

Cautiverio de lujo: la Dama y el Prisionero

Durante un paseo por los dominios de su carcelero, Francisco conoce a Leonor. Dios los creó y ellos se juntaron.
Mientras se pasea por los cotos de caza de su anfitrión, Francisco tiene el placer de conocer a la majestuosa Leonor, orgullosa de haberle dicho al duque de Borbón cuatro cosas bien dichas: que jamás será suya, porque ella, como hermana de rey, sólo puede ser reina. De algún modo, tanto Leonor como Isabel son retratadas a imagen y semejanza en la serie: Isabel quiere ser emperatriz o no ser nada, y Leonor no se queda atrás; ella es reina sí o sí. Las dos son muy firmes en las decisiones que han tomado, aunque finalmente, más que tomar una decisión, la ocasión se las haya aparecido por azar del destino. 

Ambos, Leonor y Francisco se gustan a primer ojo. Leonor queda embelesada con la "galantería" y la lengua seductora de Francisco. A fin de cuentas, es un joven apuesto y guapo, y casi como ella, ha perdido la dignidad a manos de Carlos. Son tal para cual. Pero como tras la cesión de Borgoña algo debía darle Carlos a Francisco, nada mejor que su hermana para hacer las paces entre reinos. Y, ya de paso, así Leonor vuelve a ser reina, es decir, consigue sus objetivos, y le hace un favor a España. Tras la quiebra de los pactos por Francisco, la unión debiera haberse anulado, pero por alguna razón histórica, Leonor reinó en Francia hasta 1558, año en que murieron ella, Carlos V y Catalina. Para el rey hispano es un alivio esta alianza, porque pierde a Inglaterra como apoyo político, pero puede ganar a Francia, lo que truncaría la estrategia de Enrique  de ser favorable a Francia y contrario a España. 

Traidores frustrados: Cortés y Cuahutémoc

La avaricia corrompe a Cortés y las nuevas órdenes del rey le hacen temer por una rebelión de sus propios hombres.
A la corte castellana llegan noticias de los desvaríos de Cortés quien, más que actuar por la Corona, le da la espalda. El oro es fundamental para la economía española, para continuar financiando los conflictos y las transacciones comerciales, pero depende de Cortés que parte de ese oro se embarque para Castilla, del éxito de la política de encomiendas... y estas no están dando muy buenos frutos, que digamos. El Consejo solo ve una solución, y es denegarle todos los privilegios concedidos. Aún así, Cortés desoye a sus hombres, y estos se ven en apuros: como vasallos del rey, deben acatar sus provisiones, pero ahora Cortés se cree "emperador" en las Américas y no está cumpliendo con lo establecido. En cualquier momento, ellos pueden ser acusados de cómplices... o peor, que Cortés los degüelle por no obedecerle expresamente a él, que es el que está en cuerpo y alma. 

Por eso, corren rumores de una posible sublevación: sus soldados desean enriquecese como él, pero también regresar a Castilla con vida, donde dejaron a sus familias, y hay una gran diferencia entre volver como héroe o como traidor de lesa majestad. Pero eso no es lo peor: si Cortés pierde autoridad entre los suyos, más dudas tendrán los indios de las encomiendas. Hasta ahora algunos le han sido fieles como sería la voluntad de Monctezuma, pero Cuahutemoc sigue vivo y todavía es un peldaño de rebeldía añadida, ya que se erige como garante de la voluntad del pueblo mexica y tiene discípulos leales. Por este motivo, Cortés lo retiene en pésimas condiciones, prisionero en una celda con grilletes. Es una manera de obligar a sus seguidores a acatar  su mandato, porque ante todo, Cuahutemoc es un traidor, aunque Cortés no es menos que él, porque también ha traicionado a su señor de Occidente. 

La ulterior condena a muerte en la horca de Cuahutemoc responde a razones políticas, desde mi punto de vista: Cortés lo sacrifica para evitar otro foco de rebelión, ya que de prolongarse la situación, los mexicas podrían aglutinarse e torno a él, pues no deja de ser hermano de Monctezuma. Con su deceso, Cortés ya no tiene guerreros que le hagan frente y así podrá enderezar las encomiendas, aunque finalmente él mismo termine marchándose de allí a por nuevas conquistas. Se diría que la propia Malinche le anegó de ideas la cabeza, ideas que al final acabaron por nublarle la razón, repitiéndose así la misma situación que se dio cuando Cortés pisó esas tierras. 







jueves, 22 de octubre de 2015

"Carlos, rey emperador", entre la espada y la pared

Los "Tres Grandes" de la geopolítica europea del Renacimiento

Resumen de audiencias

La serie ha bajado nuevamente, esta vez a un 11'7% de audiencia. No es una gran catástrofe si tenemos en cuenta las cifras por dónde nos solíamos mover. La semana anterior repuntó su expectación a causa del partido de la selección española, que produjo un efecto "arrastre", de tal manera que, quienes lo estuvieron viendo, decidieron no cambiar de canal. Pero ayer, efectivamente, volvimos a las antiguas tendencias: "La Voz Kids" vuelve a tocar techo con un 27% máximo de espectadores, lo cual ya no durará mucho pues el programa finalizará su edición esta semana o la siguiente, y en tal caso habría que ver qué elegiría Telecinco para remplazarlo en el competitivo de los lunes; Antena 3 gana otra vez la medalla de plata del segundo puesto del Prime Time con "El Hormiguero" y su sesión de cine de noche,  "Redención" (15 y 14%). Parece que lo que funciona en cadena no es sino el efecto señalado antes, la estrategia de poner primero programas de relleno/entretenimiento con buenas cuotas de share y dejar las películas u otros programas que usualmente alcanzan peores resultados detrás, para "arrastrar" la audiencia. Y es que, en general, las películas que se emiten por televisión no suelen disfrutar de resultados tan decentes, al igual que algunas series ("Año Uno" de La Sexta rozó el 7% habitual para estos casos), teniendo en cuenta que la mayoría de las veces no son estrenos y los títulos cinematográficos se repiten de una cadena a otra, a veces, con excesivo abuso. Más abajo quedaron "Rabia"y "Gym Tony", las propuestas de Cuatro, con resultados del 4-5%.  Tanto estas series como "Carlos" se acercan ya al ecuador de su emisión y, por lo general, muestran tendencias descendentes a pesar de que las tramas se intensifican. La razón es que el entretenimiento en una serie puede tardar en llegar y que, cuando lo hace, la complejidad y los giros dramáticos parecen ahuyentar al espectador español. 

                              Review del capítulo


Carlos: "¿Dónde está Adriano, que quiero darle un abrazo?"

Carlos, el Emperador









Carlos desembarca en España tras la Dieta de Worms, orgulloso de ser el emperador de Europa. Ha cometido algún tropiezo del que se arrepiente, como dejar libre a Lutero, pero al menos ha demostrado benevolencia a los príncipes alemanes y se ha ganado su respeto, un paso más para mantener la paz en el imperio. Pero ¡ojo! que la Iglesia se la tiene "muy cruzada" a Carlos: después de ser ejecutados los tres caudillos comuneros, Padilla, Bravo y Maldonado, y con María Pacheco desaparecida de escena, el siguiente batacazo llega con la condena del obispo de Acuña ¡nada menos!, un traidor que recaudaba dinero de los fieles para sufragar la revuelta. Carlos se muestra cauto: no es competencia suya juzgar a un clérigo, más bien eso lo debería criticar un tribunal eclesiástico, aunque, por otro lado, no deja de ser delito económico. Y lo que es peor, si se entera Roma de que un señor laico condena a muerte a un eclesiástico... pues no digamos. Su prioridad es no enfrentarse al papado, pues sigue siendo un baluarte contra Francia, y en caso de guerra, le puede apoyar con hombres y suministros, porque Francia se ha acercado al Milanesado y lo que menos le apetece al colegio de cardenales es que su "ciudad santa" sea asediada por sed de territorios. El otro punto de fricción es el ducado de Borgoña, que en teoría, por derecho dinástico, le pertenece a Carlos, pero, claro, está en territorio francés, y Francisco dice que donde no le llegue el pie a Carlos, él pone la mano. Lo que hace falta es que desde Roma  se vea que Francia es un foco de inestabilidad para el conjunto de Europa, un enemigo de la paz. De esa manera no cabría duda de las "buenas" intenciones de Francisco y estaría más que justificada la alianza entre Roma y el imperio, aunque la situación es delicada, ya que la Iglesia pretende ser neutral y es contraria a un enfrentamiento entre cristianos. 

Pero el papa muere y el candidato es Adriano, el mentor del rey hispánico, quien hubiera deseado no optar a tal autoridad, sólo por las intrigas y asperezas que conlleva estar en cátedra entre soldados y cardenales. No pudiendo rechazar, parte a Roma de inmediato sin ni siquiera esperar a que amanezca. A la mañana siguiente Carlos entra magnánimo en palacio, y hete aquí esta risueña frase "¿dónde está Adriano, que quiero darle un abrazo?", ante el inminente rostro de desgracia del Duque de Alba y su otro consejero, quienes no pueden objetar razones para el indecoro de Adriano. Acto seguido, el tema de los comuneros: los principales impulsores ya son cadáveres en tumba, pero queda el obispo de Acuña, al que, por alguna razón, se le ejecuta a "garrote vil", y por otro lado, el resto de seguidores. Carlos perdona la culpa para tranquilizar sus conciencias y borrar de la memoria el episodio, aunque no privará de pena de muerte después. Piensa que hay que cortar de raíz la mala hierba, como le advertía en su día el difunto Chiévres, porque si se da la imagen de una España pacificada, a nadie se le ocurrirá jamás volver a prender fuegos de discordia. María Pacheco, la única excepción,  logra escapar a la frontera portuguesa donde Juan y Leonor le aseguran protección y anonimato,  a menos que ella vuelva a propiciar venganzas. Ambos, rey y reina, deberán andarse con mucho ojo, ya que Carlos tasa a buen precio su cabeza y no conviene que por una rebelde se mancillen tan buenas relaciones en la Península.

"O César o nada": Isabel y Leonor

Isabel de Portugal

                                                       
Leonor de Austria
                                                                                     
Isabel de Portugal es la mujer que espera paciente a que le llegue su momento. Ella quiere ser la emperatriz sí o sí. No ve con tan buenos ojos que su madrastra, Leonor, tenga la misma edad que ella, pero en el capítulo, en vez de mostrarle rencor, apoya a ésta en el momento en que pare a su hijo, el cual no se sabe si será del difunto Manuel o de su hijo Juan. Por un giro del destino, el hijo de Leonor resulta ser niña, y por lo tanto no puede quedarse en la corte portuguesa, como su esposo le había advertido, sino que tendrá que volver con su hermano Carlos a España, tanto el bebé como su madre. Además, Leonor vuelve a ser reubicada para un nuevo matrimonio, respetándose las capitulaciones. La hermana menor de Carlos, Catalina, recluida junto a su madre, pasará a casarse con Juan, respetándose la legitimidad del rey portugués fallecido, y  Leonor con el Duque de Borbón (si mal no recuerdo).  Así, Isabel ya tiene vía libre para casarse con Carlos, como era su deseo, y la paciencia tiene su merecida recompensa. Menos contenta está Leonor, que se siente como un títere en manos de su hermano, una simple estrategia política con la jugar cuando las condiciones lo aconsejan, y no podía ser menos que hasta le escupa en su propia cara por jugar a ser Dios...

Adriano: "Roma será  independiente del Imperio"

Adriano de Utrecht (Adriano VI)
El mentor de Carlos partió con preocupación a Roma tras recibirse la noticia en España de su nombramiento como pontífice. Al poco tiempo de tomar posesión, conoce a su sucesor, el futuro papa Clemente VII, quien se muestra como su más leal amigo, lo que al final parece haber sido un sucio truco barato. Clemente dice haber apoyado su candidatura, pero sin que transcurra mucho tiempo, se extiende la noticia de una plaga de peste en la ciudad de los cardenales, de origen extraño y repentino. Ningún otro más que Clemente se lo comunica a Adriano, y el desenlace nos hace sospechar de sus verdaderas intenciones: Clemente envenenó la copa de vino de Adriano ya que no pudo evitar ponerse al servicio del emperador por circunstancias de peso, y ante todo, Roma no se subordina más que ante Dios. De esta forma, Clemente no sólo complace las aspiraciones generales de los cardenales, sino que, a pesar de traidor, por su cercanía a Adriano, lo ven como el mejor sucesor posible. Un plan muy bien organizado desde el principio.

Catalina y Cortés: "Tenéis al demonio dentro de vos"

Hernán Cortés

Cortés y Catalina

Cortés comienza a edificar la villa de Veracruz sin saber que Catalina, su mujer, viene de camino. Ella queda perpleja al ver que su marido le pone los cuernos con la india Malinche, y que para más irritar las cosas, encima ha tenido un hijo con esta "salvaje". A la Malinche tampoco le agrada ver que Cortés no se conforma con una, y viendo que Catalina puede ser fuente de malas infuencias, le da la razón diciéndola que le pasa algo, como si de repente estuviera endemoniado por la avaricia y la sed de poderes. Malinche es la mejor baza de Cortés para tener sumisos a los indígenas y la utiliza como instrumento político, más que nada, además de que él es el continuador, por así decirlo, de la voluntad de Monctezuma, y la unión de las dos culturas, como ambo querían, tiene su más claro reflejo en el niño concebido por Cortés y Malinche. Pero ésta, inteligente, pretende que se vuelva en contra de Catalina, y para eso le mete a Cortés en la cabeza que él es como un dios viviente. Cegado por eso y por su nombramiento como gobernador de las Españas, habiendo conseguido su deseo de apartar de ahí al lerdo de Velázquez, celebra una fiesta y, medio beodo, discute con Catalina hasta que el forcejeo termina con la muerte de ésta. Así consigue Malinche su objetivo de tener para ella sola a Cortés. El papel de esta mujer es el de una esclava vendida por su madre que, de alguna manera discreta, busca resarcirse y ascender en la escala social, pero eso le sería imposible si Catalina continuase como esposa legal de Cortés, por lo que eliminarla era su mejor opción, y para eso lo hizo con "lengua de serpiente". Habrá que ver si la misma Malinche no acaba llevando a Cortés a su perdición, y de paso a ella misma, ya que de ahora en adelante, si cae Cortés, cae Malinche. 

Francisco: "¡Maldita sea! ¿¡Qué mal he hecho yo para merecer a Carlos!?"

Francisco I
Francisco se prepara para la batalla de Pavía, pero para su desgracia, no puede vérselas con su oponente en el campo de batalla, ya que Carlos dirige la guerra desde España. Los monarcas franceses tenían gran apego a las tradiciones e incluso los nobles, no ya los reyes, se prestaban como soldados para la batalla, lo cual en España dejó de seguir gustando a partir de Felipe II en adelante. Y es que a Francisco le hacían falta unas buenas sesiones de esgrima con la espada, porque como vemos, no sale de su alcoba, así que no es de extrañar que le acaben pillando medio muerto. Se le había olvidado pelear a la antigua usanza.

¿Qué pasará...?

En el siguiente capítulo es probable que empiecen los preparativos para casar a Carlos con Isabel, y que Cortés acabe muy afectado por el asesinato de Catalina, hasta tal punto que se tambalee su relación con Malinche y sus propios hombres, y cómo no, que su nuevo cargo de gobernador sea más de palabra que de hecho... Y, por supuesto, a ver cómo reacciona Clemente VII y cómo se toma Carlos la muerte de Adriano. Por otro lado, no nos olvidemos del pobre Francisco, que por fin, de una vez por todas, tendrá el privilegio de verle la cara a su archienemigo declarado. Además, habrá que ver cómo arreglan los tratados entre la derrotada Francia y España.





domingo, 11 de octubre de 2015

La Iglesia española y el fantasma del laicismo

En los últimos días el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monje, ha hecho una serie de declaraciones, propiciadas por la enseñanza de la religión en la escuela, en las que denuncia la persecución a la que se ve sometida la Iglesia católica en el mundo y en España,  donde el "laicismo" de una sociedad "atea y secularizada", que ve a la religión "con ojos torcidos", pretende apartarla de la vida pública. Un hecho que denuncia con frecuencia la jerarquía eclesiástica, pero llaman la atención la insistencia y la dureza con que se expresa nuestro casi recién nombrado obispo.

Esta tribuna tiene como objeto reflexionar, a partir de alguna cifras y de mi experiencia como profesora de Historia del Cristianismo en el ámbito universitario, acerca del lugar que hoy ocupan en el mundo y en la sociedad española el sentimiento religioso y la religión católica para medir hasta qué punto el sentimiento de persecución de la Iglesia española es hoy verosímil.

El barómetro del CIS (Centro de Investigaciones Sociológicas) de abril de 2015 indica que el 71'8 % de la población española se declara católica, el 2% creyente de otra religión, el 14'5 % no creyente y el 9'8 % ateo/a.  Por tanto, en la actualidad la Iglesia cuenta con un altísimo número de fieles, más de dos tercios de la población. De estos, el 61'6 % no va casi nunca a misa, el 14'6 % lo hace casi todos los domingos y sólo un 2'6 % acude varias veces a la semana. En todos los casos, tanto de creyentes como de practicantes, la mayoría son mujeres. Por ejemplo, entre los que van a misa todos los domingos  las mujeres duplican a los hombres (18'6 frente a 9'8). Si observamos los resultados del barómetro por franjas de edad, el porcentaje de los que se declaran católicos entre 18 y 24 años es de 52,4 %; entre 25 y 34 del 56'1 y así en aumento hasta la franja de 65 años de edad y más, que llega hasta el 89'3 %. La tendencia es similar en la frecuencia de asistencia  a misa: el procentaje que no acude 'casi nunca' entre 18 y 24 años es de 74'4%, mientras que entre los 65 y más años  es de 41'7. Los ateos, por su parte, suponen menos del 10 % de la población, aunque habría que sumar a ellos el procentaje de lo que el CIS califica de 'no creyentes', pues no se ve la diferencia entre unos y otros. Pues bien, aún en ese caso, la Iglesia sigue contando con una aplastante mayoría de miembros.

El problema que tiene hoy la Iglesia no es que reine la increencia en España, ni que una mayoría de ateos y laicistas le impida tener peso en la sociedad,  ni que el Estado le haya privado de los derechos adquiridos  a lo largo de los siglos (presencia en instituciones públicas y actos protocolarios, participación en la enseñanza pública, influencia en la legislación, prerrogativas fiscales), sino que sus fieles han dejado de ser religiosos.




Veamos brevemente lo que ocurre con la religiosidad en el mundo. Un estudio de WIN/Gallup Internacional publicado el mismo mes de abril de 2015 revela que no hay pérdida del sentimiento religioso a nivel global (dos terceras partes de la población global se declaran religiosos), y esa tendencia es creciente, de manera que se calcula que en 2050  el número de ateos se reducirá enormemente. Los menos religiosos hoy son los chinos, con un 61 % de ateos declarados, y los más religiosos los tailandeses, con un 94 %, seguidos por los armenios, con un 93%, que son de mayoría cristiana. Los menos religiosos son los europeos occidentales, con un 51% de no creyentes. La tendencia en Europa es que a mayores ingresos, educación y edad, mayor ateísmo; a menor formación, mayor religiosidad. A nivel global, las personas que carecen de educación son las más religiosas (80%), pero la gente religiosa es mayoría en el mundo en todos los niveles sociales y educativos.

El nivel de religiosidad en España está muy por debajo del mundial y también del europeo. Se pordrá objetar que declararse católico es un hecho social y que no es lo mismo que ser una persona religiosa, o incluso que ser creyente. Pero un informe de la Fundación Pluralismo y Convivencia y del Laboratorio de Investigación Social de la Facultad de Sociología de la UCM publicado en 2013, que ha preguntado por la cuestión de las creencias y su práctica, establece que en España el 37% se declara creyente no practicante, el 31% creyente practicante y el 31% ateo, agnóstico o indiferente. Casi el 70% son creyentes. 

Así pues, a la Iglesia católica en España le ocurre algo: que lo que enseña en la catequesis y en la escuela y lo que demanda y ofrece a sus fieles no es hoy interesante para éstos. Doy clase de Historia del Cristianismo y de las Religiones Antiguas a estudiantes universitarios, materias que cuentan siempre con una alta demanda; la religión, por tanto, interesa. Muchos de mis estudiantes han cursado religión en la escuela durante varios años y prácticamente todos han hecho la primera comunión. Y en cada inicio de curso me asombro de lo poco que saben, no sólo de historia del cristianismo (nada) sino de sus dogmas básicos. Se entiende el porqué de esta ignorancia cuando se lee el programa de la asignatura de religión que debe impartirse en la escuela. Ninguno de mis alumnos ha leído la Biblia, ni tan siquiera el Nuevo Testamento. Nadie sabe quiénes son los Corintios que menciona el sacerdote en sus lecturas, ni cuáles son las exigencias mínimas de su fe, esto es, las creencias que se esperan de un católico. 

Tal es su precariedad, que la Iglesia hoy no exige nada a sus fieles, ni tan siquiera acudir a misa. Quizás esta falta de exigencia de compromiso vaya en su contra. Ya San Agustín se admiraba de lo fácil que era hacerse cristiano y del escaso nivel de conocimientos que la Iglesia requería para ser bautizado. Las cosas no han cambiado en la actualidad. 

La Iglesia católica, por lo menos en Europa y en España, ha perdido, además de la exigencia intelectual, el fuerte compromiso social que la caracterizó en sus orígenes, el proyecto de una fraternidad universal sin distinción de razas y orígenes, donde estuvieran incluidos judíos y gentiles, ricos y pobres, libres y esclavos. Todos los vivos y todos los muertos. Y también las mujeres. Con estas últimas, sus más fieles seguidoras, la Iglesia tiene un deber de reconocimiento especial nunca cumplido.

En vez de culpar a responsables externos (secularistas, ateos y perseguidores de distinta índole), la Iglesia española debería reflexionar sobre su propio fracaso y recuperar una cierta altura filosófica y moral, a la vez que un proyecto social con el que simpatizarala gente religiosa, esa mayoría de hoy, y empezar a asumir con espíritu crítico su propio pasado y su presente historia. La recomendación del obispo de nuestra diócesis a los profesores de religión ('evangelizad con alegría') no es suficiente. 

Mar Marcos, profesora de Historia en la Universidad de Cantabria y presidenta de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones (SECR)

El Diario Montañés, XI de octubre de 2015







martes, 6 de octubre de 2015

El "Emperador" de TVE pierde la batalla de los lunes

Capítulo 5: Carlos es coronado finalmente emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico.
Sobre crisis, audiencias y programas 

La serie de "Carlos, rey emperador" no está teniendo el seguimiento que se preveía al principio. La semana pasada empató el registro de audiencias y se posicionó en el 13,4%, continuando con la tendencia descendente que marcan los audímetros. Los programas más vistos de la tarde-noche fueron, como ya es costumbre, "La Voz Kids", que aumentó dos puntos con respecto a la semana pasada (del 27 al 20%), "El Hormiguero 3.0" y el filme de "Contraband" (14 y 8%, respectivamente), ambos en la lista de Antena 3. "Carlos" sigue como tercera opción del Prime Time pero amenaza con descender al cuarto puesto el resto de episodios que quedan. 

A mi juicio, quizá lo más conveniente para la cadena sería un cambio de día, aunque no de hora, a fin de evitar la competencia de los programas que más público atraen. En este caso, cambió  anoche la "modalidad" de "La Voz Kids" y Antena 3 emitió dos "ediciones" distintas del mismo, una novedad de toque competitivo que por sí sola bastó para incrementar la audiencia. Por los datos registrados, parece ser que, en general, lo que el público espera de los programas es innovación y entretenimiento, su identificación con actores y actrices famosos. De otro modo no se explicaría el éxito de apuestas como "Gran Hermano", si bien este es un programa aparte, de género neutro. Me refiero sobre todo a programas como "Sálvame", "El Hormiguero" o "El Intermedio", donde el ridículo se pone al descubierto todos los días, imitándose a famosos con gran teatralidad. De no haberse puesto en marcha esa "segunda edición" de "La Voz Kids", quizá la audiencia se hubiera repartido más entre todas las cadenas, pero es obvio que la novedad ha suscitado gran interés y que si efectuásemos una encuesta, si le preguntásemos al público español qué programas prefiere ver, seguramente la respuesta se inclinaría por la programación "de relleno". Ni siquiera se muestra ya interés por "Cuarto Milenio" o los programas de tipo investigación. También hay que añadir  que Cuatro estrenó "Rabia" la semana pasada, una serie similar a "The walking dead" que, a pesar de sus mínimos de anoche en torno al 6%, sigue siendo otro factor para que ese porcentaje de espectadores hayan preferido ver esa serie y no "Carlos". En otras palabras, la adición de una serie más al elenco televisivo se suma a la competencia del Prime Time, lo cual parece dejar entrever que, a mayor competencia, más negativos serán los resultados para el emperador de TVE, aunque estemos hablando de su segundo capítulo, que también ha perdido fuelle con respecto a su estreno.

Tal vez la crisis de estos años haya sido tan exasperante que el obrero reclama diversión televisiva para olvidar las desventuras de la jornada laboral.Cuando un programa baja de audiencia un día, significa que hay una parte del público que se ha decepcionado al ver que no cumplía sus expectativas, es decir, que se está convirtiendo en una monotonía rutinaria. Y si sube, implica que gustan los cambios. Por desgracia, en este país donde vivimos los cambios, por tradición, o bien son recibidos con alborozo, o bien odiados hasta rozar el aborrecimiento. Sin embargo, para "La Voz Kids" esas brisas nuevas han resultado bienvenidas. No ha sucedido lo mismo con "Carlos, rey emperador". Desde mi punto de vista, la serie, a la que no se le pueden replicar sus méritos, ha mejorado desde los primeros episodios, pero eso no se ha traducido en un incremento de la audiencia, lo que parece estar fuera de toda lógica. Puede que fuera ilógico si esto no se llamase España, pero la realidad televisiva es que cada vez el público muestra mayor desafección por la historia cultural y el patrimonio nacional. Las series de este calibre, por alguna razón, gustan muy poco o casi nada, y a ello se debe que las ficciones históricas no estén para nada a la orden del día. Además, son económicamente muy costosas y no hace falta invertir dinero para que luego nadie lo vea. Algunas que puedo recordar han sido precisamente "Isabel" y "Toledo: cruce de destinos". Se estrenaron el mismo año y con los mismos escasos recursos, pero "Isabel" logró mantenerse  estable mientras "Toledo" concluyó con una única temporada a la luz de su lamentable audiencia. En Europa, por el contrario, se emiten con mayores garantías las ficciones históricas y su número supera al de las españolas, pero porque también tienen una gran aceptación. 

En fin, nos llevaría bastante tiempo analizar el seguimiento o el desinterés de la gente por unos programas u otros. Hay que pensar en ello con actitud crítica y amplitud de miras: el fenómeno puede ser perfectamente multicausal. La crisis, el paro laboral, la escasez de recursos y la excesiva información que proporciona Internet pueden ser todos ellos factores que afecten a las audiencias de televisión, tema que daría para largo y distendido tratarlo en este apartado. 

Resumen del capítulo de anoche

Carlos es investido por el colegio de cardenales en la corte de Aquisgrán. Realiza su juramento colocándose en el suelo con los brazos en cruz, luciendo una tupida túnica blanca, una icónica escena que por desgracia ha sido muy breve, mientras en Castilla la nobleza y los comuneros se rebelan contra su autoridad y solicitan que la reina Juana vuelva a regir los reinos, que por delegación de Carlos, han sido confiados a  Adriano de Utrecht. Fuera de palacio, tienen lugar las primeras reyertas entre bandos nobiliarios. La situación con el pontífice tampoco mejora y pone a prueba la lealtad de Carlos ofreciéndole su apoyo a cambio de que condene a Lutero, exponente de los protestantes alemanes. El emperador se ve en una encrucijada: apoyar al papado y declararle la "guerra de religión" a Alemanía, a la par que Francia e Inglaterra recelan de su autoridad y planean aislarle. A su vez, el papa también busca apoyos políticos y para ello tiene al cardenal Walsey de mediador entre él y Enrique VIII, acuerdos iniciales que no salieron bien, pues ni Walsey consiguió más poder ni Enrique ser candidato al Imperio. 

Después de ser declarado oficialmente heredero al Imperio, Carlos ve estrecharse su  cerco entre Inglaterra y Francia. Enrique VIII y Francisco I se citan para suscribir un pacto y poner fin a sus rivalidades para unirse contra los desmesurados poderes que Carlos acaba de acaparar para sí, pero durante la cena de celebración las cosas no salen como ellos esperaban y acaban retándose los dos monarcas a un duelo de lucha libre que solo hace que sus firmas acaben en papel mojado. La circunstancia le es favorable a Carlos, y éste logra entrevistarse con Enrique VIII y su tía Catalina, los cuales le proponen casarse con su hija María, de apenas 4 años, a lo que él no rehúsa directamente, contestando que necesita tiempo para pensarlo, ya que el matrimonio habría de esperar muchos años. Con todo, durante su viaje por Europa, a su paso por Flandes, propone a su hermano Fernando como archiduque, viendo que necesita una mano derecha para controlar los territorios, cumpliendo así su deseo de tener cargos importantes que ejercer y aliviándose él de tan pesada carga al no poder pasar fuera de Castilla más de tres años, según la decisión tomada en Cortes. 

En el "imperio de ultramar", Cortés se presenta ante Monctezuma como servidor y amante de la paz entre las dos culturas, embriagado por la naturaleza paradisíaca y las riquezas que oculta aquel vasto reino de pirámides, que según las antiguas profecías mayas, está a punto de concluir. Cortés y Monctezuma intercambian presentes en actitud pacífica, pero todo se trunca con el asesinato de algunos de sus hombres, a lo que Hernán Cortés responde con el arresto de Monctezuma. Ninguno de los dos consigue sus propósitos y Monctezuma es asesinado por su guerrero Cahuatemóc al ser considerado un traidor, un soberano débil que ha propiciado la guerra y se ha arrodillado ante unos codiciosos extranjeros. Cortés le promete venganza y realizar el sueño de una convivencia pacífica al servicio de la verdadera fe cristiana, antes de morir. 

Así, un imperio nace y otro toca su fin. El deber de mantener la paz y la justicia es el ideal en común entre el imperio europeo y el imperio mexica, pero sus responsables se verán inmersos en el conflicto que implica la convivencia entre diferentes religiones y culturas. Por Europa se propaga la erudición de Lutero, el cual ve al pontífice como el "anticristo". La herejía protestante comienza a infectar a la población y ganarse seguidores, obligando al recién nombrado emperador a posicionarse entre la política y la religión; el imperio mexica cae con Monctezuma y es la guerra entre la verdadera fe y los ídolos, la ruina del paraíso. Tenemos "anticristos" (Lutero, el Papa), y "antiemperadores" (Francisco I y Cortés), y en mitad de ello, dos sociedades muy distintas en conflictos más allá del océano. Un capítulo en el que la búsqueda de la paz lleva a su némesis, la guerra. Es la paz para evitar la guerra, y la guerra para encontrar la paz.