lunes, 27 de junio de 2016

Cómo hacer un TFG (Trabajo Fin de Grado): consejos y etapas del proceso

EL TRABAJO FIN DE GRADO: LA TESIS DE NIVEL 1...
Éste es mi Trabajo Fin de Grado, que me arrebató siete meses de mi vida... pero también me regaló satisfacción, experiencia, un gran prestigio y algunos de los momentos más emocionantes e inolvidables de toda mi trayectoria académica.

Tras mucho tiempo sin publicar nada, ni sobre series o artículos interesantes de prensa, me he animado a retornar a mis antiguos quehaceres en mi blog. El motivo es que me encuentro al término de mi carrera universitaria (Grado en Historia) y hace un mes finalicé la redacción y corrección de mi Trabajo de Fin de Grado, o Proyecto de Fin de Carrera, como solía llamarse hace algunos años. En consecuencia, al culminar una etapa de mi formación profesional y personal, considero que me hallo en disposición de establecer una valoración más objetiva de todo lo que ha significado este proceso. Por otro lado, espero poder aportar algo de mi experiencia a todo ello y ayudar a otros universitarios a superar esta pequeña "piedra" en el camino que ideó el EEES (Espacio Europeo de Educación Superior) y que, anteriormente, no existía como tal. Los antiguos planes de Licenciatura no obligaban, teóricamente, a la realización de un trabajo bibliográfico original al finalizar los estudios. Se trataba de algo optativo y que recibía el nombre de Memoria de Licenciatura. Al contrario que los actuales TFG (Trabajos Fin de Grado), estos trabajos académicos implicaban mayor recreación científica y podían constituir el preludio de la posterior tesis doctoral, ya que el quinto curso de licenciatura podría equipararse a los vigentes másteres y en él se adquiría la especialización temática que conducía a la labor de investigación propia del Doctorado.



Con la reducción de la duración de los planes de estudio por Bolonia, un gran porcentaje de esa formación universitaria se reconvirtió a los nuevos "Grados", la mayoría de cuatro años, excepto Medicina y Arquitectura, que se prolongan a cinco o seis. Esta reforma ha provocado que muchos estudiantes perciban que en sus titulaciones el "salto" cualitativo y cuantitativo entre cursos sea mayor, de tal manera que parezca que "falta" un año, y que el nivel de dificultad se acreciente como consecuencia de la adquisición de competencias básicas de un modo personal, es decir, por cuenta propia y no en el aula. Ese último curso de especialización es el máster, razón por la que muchos graduados tendrán que enfrentarlo para poder ejercer su profesión. Los Trabajos de Fin de Máster o TFM son las antiguas tesinas, DEA (Diploma de Estudios Avanzados) o Memorias de Licenciatura. ¿Qué significa esto? Que todos los estudiantes debemos realizar un trabajo de fin de estudios, de ínfimo nivel, con carácter obligatorio, y además con poca repercusión científica, al que normalmente seguirá inmediatamente la ejecución del TFM el año posterior.



1. EL TFG: DIFERENCIAS Y SIMILITUDES CON OTROS TRABAJOS ACADÉMICOS



 En resumidas cuentas, es como si nos pidieran que redactásemos un trabajo académico y profesional cuando aún no hemos, literalmente, completado nuestra formación universitaria, que debería ser de cinco años y contar con una especialización en el campo que elijamos. De este modo, podemos concluir que el TFG sí constituye un verdadero "engendro" de los nuevos y exigentes planes de estudios, para el que, generalmente, se cuenta con poca preparación previa. El promedio de páginas de trabajos de curso realizados para las asignaturas de titulaciones de la rama de Letras y Humanidades oscila entre las 15-20, mientras que los TFG suelen rondar las 40-50, salvo excepciones. Por tanto, debemos diferenciar conceptualmente este tipo de trabajos de los que usualmente hemos escrito para otras asignaturas.



El TFG se podría describir como la Tesis de Nivel 1. De hecho, no en vano en Latinoamérica son conocidas como "tesis de grado". Es un trabajo académico (por lo tanto, no es de investigación), original, que debe realizar el alumno al acabar sus estudios para justificar que ha adquirido las competencias generales de su titulación. Aunque comparte características con los trabajos individuales escritos objeto de evaluación de las diversas asignaturas de la carrera, también posee algunas particularidades. Principalmente, requiere una mayor elaboración que aquéllos y debe ajustarse a los cánones de la disciplina. No es un simple "corta y pega" de información, sino que requiere de un marco teórico válido. Es, además, un trabajo dirigido, como los TFM y las Tesis. A diferencia de otros trabajos, el alumno está supervisado por un tutor que le debe orientar en los objetivos y la metodología del mismo. Implica que será preciso contar con la aprobación del tutor para la calidad científica y el visto bueno antes de la presentación oral. No se está verdaderamente solo en el proceso de lectura y redacción. Un 90% del resultado le corresponde al estudiante, y otro 10% complementario a su director. Por otro lado, el documento tendrá que amoldarse a unos requisitos de formato, como el tamaño y tipo de letra, interlineado, sangrías, márgenes, citación... que quizás no coincidan con los que hemos utilizado con más frecuencia para trabajos similares. En ese sentido, se parecerá por momentos a cualquier paper o artículo de revista que nuestros profesores envían a los editores de revistas científicas. Sin embargo, tras su realización, nuestro TFG no será publicado.



2. LA NATURALEZA DEL TFG



Es un trabajo que algunos definen como "de iniciación a la investigación", aunque en líneas generales será de carácter bibliográfico, similar a cuantos hayamos hecho, pero de mayor alcance en cuanto a su extensión y a la calidad científico-técnica del documento: utilizaremos una cantidad superior de información, contenida en publicaciones científicas como monografías, libros, artículos o capítulos, para argumentar y contrastar nuestras ideas. Será nuestro primer trabajo científico o, en el peor de los casos, tendrá un mínimo contenido científico defendible. Por lo general, en el TFG no convertiremos una hipótesis en tesis, sino que realizaremos una labor de recopilación bibliográfica y de síntesis del tema que hayamos elegido o nos hayan asignado. Es decir, profundizaremos en una temática concreta, relacionada con lo que hayamos estudiado. 



No es obligatoria la aportación de conocimientos nuevos a nuestra disciplina ni nos une ningún compromiso de investigación para/con la sociedad ni con la universidad, por lo que no se espera de nosotros capacidad de innovación alguna. Esto significa que no hay por qué ser demasiado exhaustivos. Aunque se le parezca, no es la tesis, ni nosotros investigadores en formación. Con mayor o menor frecuencia, estos detallen se encuentran explícitos o implícitos en las distintas normativas de las universidades españolas. En todo caso, la legislación suele ser lo bastante flexible como para interiorizarla según los intereses individuales de cada graduando. Así, es posible otorgar una dimensión personalizada a nuestro TFG.



3. VOCACIÓN Y ESFUERZO: GRADO DE INTERÉS



El grado de interés reflejará el número de horas invertidas en su realización. Por primera vez, nos situamos ante un trabajo a entregar en un plazo medio-largo. El tiempo que suele dedicarse a los trabajos de curso suele ser bastante inferior, de entre 1-3 meses, pero el TFG podrá ser realizado en el plazo de un curso académico y su extensión y nivel de exigencia implicarán que rara vez pueda finalizarse en menos de 4-5 meses. Todo dependerá de la voluntad del estudiante, de sus intereses, metas y gustos personales, y del grado de satisfacción con el tema asignado o elegido. Igualmente el grado de exhaustividad o de sencillez en su elaboración final mostrarán el perfil del estudiante, su nivel de autoexigencia y los objetivos que pretende conseguir al concluir el documento. Estos factores podrán ser determinantes en la ulterior calidad científico-técnica del trabajo a presentar y evaluados positivamente por el tribunal calificador.



Por lo general, es posible atisbar tres tipos de perfiles a la hora de encarar el TFG: a) El estudiante que lo realiza para "cumplir el expediente" y obtener el título, al que sólo le importan aprobar y dedicar el tiempo justo para conseguirlo. b) El estudiante que desea aprobarlo con buena nota y se involucra más en él, sin llegar al extremo, cumpliendo con los requisitos que se le piden para el tipo de trabajo que tiene que entregar. c) El estudiante que desea sacarle el máximo partido y pone toda la voluntad de su  parte para que el trabajo sea de la mayor calidad posible, superando los requisitos mínimos que se le exigen, y que lo ve desde la perspectiva de futuras investigaciones.



El TFG presenta una gran diversidad de exigencias y perfiles. Hay trabajos de calidad y otros que no lo son. Las calificaciones no son siempre sintomáticas de la cantidad de tiempo y esfuerzo dedicados a terminarlo satisfactoriamente, sino que pueden ser totalmente contradictorias, especialmente en las carreras de la rama de Letras, Artes y Humanidades, donde dos y dos no suman siempre cuatro... Se puede realizar un TFG excelente y no obtener la nota esperada. La incertidumbre siempre campa a sus anchas. Sin embargo, es mucho más difícil, prácticamente imposible, hacerlo "mal". El nivel de suspensos es muy bajo a este nivel. Más del 90% de los TFGs presentados pasan el examen. Cabe señalar que esa probabilidad se incrementa en las titulaciones de Letras (Historia, Historia del Arte, Filología, Filosofía...), mientras que los incidentes afectan más a la rama de las Ciencias. Por el contrario, también las calificaciones pueden ser ligeramente inferiores en las primeras. En Letras es más fácil aprobar, pero más difícil obtener notas altas, debido a la subjetividad de estas carreras.



4. ELECCIÓN Y ASIGNACIÓN DEL TEMA



Cada facultad posee su propia normativa sobre los procesos de solicitud, matriculación, asignación, depósito, fechas de defensa y estándares de presentación de los Trabajos Fin de Grado, por lo que conviene consultarlos lo antes posible. Como regla general, para poder presentar el TFG es necesario haber aprobado todas las asignaturas o créditos de la titulación y acreditar cierto nivel en lengua inglesa, un B1 o B2 del MCERL (Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas), o bien haber superado asignaturas o diplomas en dicho idioma.



El proceso de solicitud y asignación es, por experiencia, uno de los más amargos. Al contrario de lo que sucede con los TFM o las Tesis, los TFG suelen contar con una serie de líneas temáticas propuestas por los profesores de la facultad, es decir, una serie de posibles temas a elegir. Opcionalmente, puede existir la posibilidad de que un estudiante proponga un tema de su interés y lo acuerde con un profesor que se encargue de dirigirlo. En algunas facultades predomina esta vía alternativa, y en otras sólo se adjudican las líneas sugeridas por el profesorado. De un modo u otro, la asignación suele generar conflictos. Los profesores disponen de una serie de créditos (horas de trabajo) ya asignados, y a éstos se añaden los complementos de dirección de TFG y TFM, que no pueden ser excesivos. Normalmente un docente investigador sólo aceptará una media de 2-3 TFG por curso académico, por lo que la asignación de los temas obedece a criterios académicos (nota media del expediente) o al orden de presentación de solicitudes. Es una tarea de la que se encargan el decanato y la secretaría correspondiente del centro.



La nota media del expediente puede suponer un grave obstáculo para quedarnos con los temas y profesores de nuestra elección, y cada año se repite sistemáticamente el mismo caso: los docentes más populares (los más simpáticos, los que a más alumnos aprueban...) son la primera opción de una gran mayoría de estudiantes. Es aconsejable intentar obtener buenas calificaciones durante la carrera para limitar la competencia, pero si eso no está al alcance (casi nunca lo está), siempre conviene tener una lista de posibles temas y profesores que sean de nuestra preferencia y explicitarlos en los trámites correspondientes. También es recomendable tener un "campo" o "ámbito de temas" relacionados. Si tenemos idea de hacer un posgrado después, el tema desarrollado en el TFG puede ser un punto de partida.



Otro punto a tener en cuenta, es que puede ser buena idea pensar en los profesores que no nos han dado clase pero trabajan en temas que nos pueden interesar. En muchos casos, se trata de personal investigador recién acreditado o que posee una carga lectiva menor, y por tanto pueden proporcionar una mejor atención. A veces es mejor elegir según conformidad con el tema que con el tutor, pero es una decisión muy personal. Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes. También hay que tener en cuenta la especialidad de investigación de cada profesor, porque atenderá mucho mejor si es un tema que domina. Como alumnos, siempre estamos en desventaja. Los profesores saben mucho más.



La tercera vía, que es la proposición de temas propios, es otro medio que posibilita quedarse con los más solicitados. Esto significa que, como en los TFM y las Tesis, el TFG se puede "apalabrar" con un posible candidato a tutorizarlo. Según la facultad o la universidad, puede ser más recomendable o menos. En mi caso, a veces lo es y otras no, porque los temas de los alumnos son aprobados en reuniones de Junta de Facultad, que pueden retrasarse meses, y los temas ofertados por los profesores suelen tener preferencia y adjudicarse con prioridad. Además, los docentes también tienen TFM y tesis en paralelo a dirigir con los TFG, y si alguno tiene que decidir sobre si dirigir TFG o TFM, tened por seguro que siempre elegirán este último, porque engrosa y magnifica su currículum, mientras que el Trabajo Fin de Grado no tiene impacto alguno. Sin embargo, una vez adjudicados los temas, es posible presentar reclamación por escrito si no quedamos satisfechos.


5. LA CONVIVENCIA CON EL DIRECTOR, UNA DE LAS CLAVES


Tan pronto como se conocen las asignaciones, es conveniente que los estudiantes acuerden el tema concreto del TFG con sus tutores. La convivencia es una de las claves del éxito. Por ello, es bueno conocer los gustos del profesor, porque así también tendremos una ligera idea de lo que podrá exigir de nosotros, y de lo que le parecerá bien y lo que no. Una forma de empezar es leyendo los artículos y libros que él mismo haya publicado, porque buscará un estilo de redacción similar y, al mismo tiempo, porque suele ser un especialista en los temas que dirige.Por supuesto, también es importante seguir sus orientaciones, aunque el TFG es un trabajo que corre por cuenta del estudiante. El tutor, por lo general, no se responsabilizará de vigilar que el estudiante cumple con sus obligaciones. Como en todo, hay tutores y tutores. Algunos marcarán pequeñas tareas a cumplir, así como las citas de las tutorías, una vez a la semana o al mes, por ejemplo, pero otros serán más laxos y dejarán que el estudiante se involucre y resuelva las problemáticas del TFG por sí mismo.



La actitud del profesor hacia el alumno está también marcada por la que muestre éste hacia aquél. Un director se preocupará más si su alumno muestra interés. En ocasiones, el alumno puede no ser lo suficientemente autónomo y necesitará de una pequeña ayuda. El tutor puede ser el mejor aliado y puede orientarnos en la búsqueda de bibliografía. Generalmente corregirá los borradores que le enviemos. Es preferible mantener una relación estrecha con él. Los conflictos no irán en nuestro favor, ya que es probable que tenga que presentar un informe de tipo encuesta acerca de nuestros progresos al tribunal que califique el TFG. Además, se necesita su firma para poder presentarlo. Si el trabajo no está bien, no nos dejará defender. Pero esto no siempre significa que tengamos que dejar que las decisiones las tome él. Tener una pequeña discusión es algo normal, pero no hay que obsesionarse. Lo mejor es el diálogo y consensuar todas las decisiones con el tutor.



El contacto puede extenderse más allá de las tutorías. El correo es útil para enviar los borradores y las correcciones y mantenerse en contacto cuando no es posible que sea presencial. Tampoco hay que forzar  los "informes". Los directores tienen muchas tareas pendientes vinculadas a sus proyectos de investigación y a los puestos de gestión que desempeñan en sus departamentos. No hay que abusar de ellos ni de su confianza. Ellos deben cumplir con sus responsabilidades, y nosotros con las nuestras. Ningún extremo es bueno, ni el abandono del director ni la extrema dependencia de éste.



La experiencia con un tutor puede llegar a ser provechosa y enriquecedora. Con él se podrán discutir todas las inquietudes acerca del TFG. Como en los TFM y Tesis, el TFG es una especie de precedente de lo que serán los siguientes trabajos tutorados a realizar en el posgrado y el doctorado. Una experiencia previa siempre es gratificante.



6. ORGANIZACIÓN, INVESTIGACIÓN Y DESARROLLO DEL TFG



La segunda fase de nuestro TFG tras la asignación, consiste en acotar un tema concreto, buscar información bibliográfica útil y planificar las lecturas y los resúmenes que nos servirán para desarrollar un marco teórico. No debemos olvidar que, como todo trabajo científico, el TFG debe constar de una metodología de estudio. Esto significa describir una serie de pautas a seguir para alcanzar los objetivos y llegar a las conclusiones del documento. El método es el  modo o forma en que acometemos nuestro estudio. Si somos de Humanidades o Ciencias Sociales, nuestra metodología será la propia de estas disciplinas y podrá basarse en el estudio de casos, comentarios de texto, estudios previos, etc.



La bibliografía debe tener alguna relación con el tema que estudiamos, pero en ocasiones no se puede utilizar por inaccesibilidad o es demasiado escasa, por lo que también habrá que repasar aquélla que roce el tema o lo trate muy ligeramente. Por eso también hay que buscar publicaciones científicas afines. Las bases de datos como Dialnet, Elsevier, Academia.Edu, JSTOR, ResearchGate y portales similares nos facilitarán la tarea de recogida de datos, no sólo en castellano sino también en otros idiomas. Aunque no sea un requisito imprescindible para un TFG, conviene familiarizarse con la investigación en otros ámbitos y leer artículos y monografías en inglés. Los profesionales a menudo dominan dos o tres idiomas y leen con frecuencia en lenguas ajenas al castellano. Para el TFG esto no es determinante, pero sí lo será más adelante.



Es muy recomendable aprovechar todos los recursos que nos ofrezca la biblioteca de nuestra facultad. A veces incluyen tutoriales de citación bibliográfica que pueden ser de gran ayuda, especialmente para los estudiantes de carreras técnicas y científicas menos acostumbrados a este tipo de trabajos académicos. También existe la posibilidad de optar a préstamos interbibliotecarios. Éstos son los libros prestados por otras bibliotecas universitarios para fines académicos o de investigación. La mayoría de facultades tendrán una normativa o base de datos, como REDIRIS, de registro y préstamo interbibliotecario. Si encontramos alguna publicación que no está en nuestra biblioteca y tampoco online en formato PDF descargable, podemos registrarnos en REDIRIS y solicitarla online. Las tarifas de alumno pueden asegurarte un pedido gratis al año y, si es un artículo científico, puede ser totalmente gratuito si ha sido enviado desde una universidad española. Si fuese extranjera, habría un costo a pagar, no muy elevado. En general, la mayoría se pueden conseguir en España. Si te es enviada en formato electrónico, aparecerá en el servidor de REDIRIS y podrás descargarla. Merece mucho la pena el servicio. Hay que tener en cuenta que la bibliografía será un aspecto en el que se fijará el tribunal evaluador. Si ellos conocen un libro muy bueno que podrías haber utilizado, o fuese imprescindible para tu trabajo, te lo harán saber. Mejor prevenir que curar.



No sólo será preciso que leamos y anotemos la información más relevante, sino que tratemos de asimilar nuevas ideas. Las ideas pueden constituir la base para construir las preguntas a las que trataremos de dar respuesta en el TFG. Si alguna idea está poco desarrollada por los especialistas, podrá ser objeto de profundización en el TFG. El TFG es lo bastante versátil como para enfocarlo de cara a la investigación. Las preguntas las podremos formular desde una determinada perspectiva, que será el ángulo desde el que veamos el trabajo. La perspectiva puede cambiar el tratamiento y la profundidad del trabajo, por lo que rara vez habrá coincidencias con otros trabajos publicados. Cuanto más elaboremos el método, las hipótesis y mejor definamos nuestra perspectiva, mayor originalidad y complejidad tendrá el trabajo. Al principio se nos vendrán muchas ideas a la mente, pero no todas serán válidas para enfocar el TFG. Sea como sea, lo mejor es anotarlas todas lo más rápidamente posible, para que no se olviden. A lo largo del desarrollo del mismo, se desecharán las menos apropiadas. Relacionar diferentes conceptos es otra de las claves para generar conocimiento nuevo.



Cuando se haya leído lo suficiente, estaremos en condiciones de trazar un marco teórico y un estado de la cuestión del tema escogido. El marco teórico estará relacionado con las ideas e hipótesis que planteemos y los argumentos que las apoyen o contradigan. El estado de la cuestión consistirá en describir los métodos utilizados tradicionalmente en la disciplina para afrontar el estudio, los progresos y avances en el mismo, que a la vez podremos utilizar para delimitar el alcance de nuestro estudio y diseñar o seguir una metodología. En todo caso, serán apartados que podrán incluirse en el TFG, preferentemente en la introducción o inmediatamente detrás.



7. LA REDACCIÓN



Escribir es la tarea más ardua a la cual nos enfrentaremos. Existe el llamado "pánico a la página en blanco". De hecho, ver una página en blanco y pensar que habremos de rellenar 50 como esa no es algo fácil de asimilar para todo el mundo. La clave para perder este miedo es tener claro de qué va a ir nuestro TFG. Después de haber leído tanta información, ya deberíamos ser capaces de redactar el marco teórico, la introducción, el estado de la cuestión y la metodología. Por lo menos, deberíamos de saber ya un título provisional, que podremos cambiar más adelante si no nos gusta y, en base a él, ir organizando una estructura de apartados. Se trata de ir plasmando poco a poco las ideas que hayamos ido teniendo sobre cómo organizar la información recopilada hasta el momento. En esta fase no hay que dar nada por definitivo. Todo es provisional, y es mejor mentalizarse de que será así hasta que lo hayamos concluido. Lo cierto es que nuestra mente ya habrá ideado un plan, un esquema mental de lo que queremos, y ése tiene que ser nuestro punto fuerte.



Existe un error muy común, que es empezar por el principio. Tendemos a comenzar a escribir antes que nada la introducción al tema. Pues bien, esto es mejor no hacerlo. Aunque sepamos de qué va a ir el trabajo, como nada es definitivo, nadie sabe exactamente en qué aspectos se va a centrar y cuáles quedarán más al margen. El TFG es un proyecto progresivo en el que maduramos tanto nosotros como el trabajo, y en el que vamos definiendo con mejor acierto la metodología y los pasos necesarios para llegar al final. Lo que se ha hecho nunca se sabe hasta acabarlo, y en la introducción es mejor no dar demasiados detalles. Es lícito decir que "nuestra intención es..." y "la metodología será...", pero no debemos describir ese proceso con demasiados detalles. Tampoco hay que adelantar las conclusiones. Las conclusiones se ponen al final del texto, no al principio, porque se presupone que no nos sabemos la "película" y que el TFG es un proceso de aprendizaje. Lo aprendido y nuestra experiencia no pueden ir al principio, porque el proceso de maduración mental será de "0". Eso no gustará al tribunal... y puede que tampoco a nuestro director/a. Como excepción a la regla: si ya tienes muy claro qué quieres escribir, y llevas ya un tiempo pensándolo, serás capaz de redactar la introducción y el abstract al comenzar el TFG.



En los TFG suelen pedir un resumen/abstract después de la portada de título. El resumen es muy parecido a una introducción, pero tiene que ser el doble de breve. Unas 10-12 líneas son la medida apropiada para explicar, con tintes muy generales y con el menor grado de detalle posible, de qué va a ser el proyecto, o cuál es la problemática principal sobre la que se sustenta el resto del documento. Es como el argumento de una serie o una película de cine. Se aborda superficialmente una problemática a tratar y se deja sin resolver.  En la introducción podremos precisar un poco más, pero ahí será mejor desarrollar al menos una cara de folio o dos, como mucho.



Todos los TFG llevan un índice de contenidos. Hay que insertarlo preferiblemente antes del resumen/abstract y después del título, en página aparte. Debe reflejar los capítulos y epígrafes de que consta el TFG y el número de la página en donde comienzan. Salvo que os guste demasiado el orden o seáis muy perfeccionistas, el índice es mejor redactarlo al final, cuando ya sepamos cuántos capítulos tenemos y hayamos cerrado la inclusión de información. De lo contrario, deberemos modificarlo constantemente conforme se suceda la paginación, se muevan los capítulos y se incluyan las notas a pie de página. Esto puede llevarnos mucho tiempo.



Igualmente aceptable es insertar dedicatorias o agradecimientos. Mejor que aparezcan en una página individual, después de la portada. Para los TFG no es requisito en la mayoría de los casos, pero da un toque profesional al proyecto. Tienen que ser más o menos breves, de unas 6 líneas como mucho, aproximadamente. 



Las notas a pie de página. Se trata de pequeñas anotaciones de información donde se recoge la bibliografía empleada en la argumentación del texto principal. Constituyen la base científica del documento, junto con la bibliografía. Un TFG sin notas no es un trabajo académico. Pueden incluirse varias citas para un argumento e incluso bibliografía de referencia, que será aquélla que no hayamos leído, por diversas razones, pero tenga alguna relación con nuestro tema. Por lo general, puede que no tengamos que dar más que la cita del libro o artículo, pero en ocasiones no bastará, sino que necesitaremos explicar contenido complementario que, de ser demasiado extenso, nos arruinaría la argumentación del TFG. Las notas constituyen el espacio apropiado para explicar detalles que arriba no quedan bien. Si vemos que en el texto esa idea complementaria solo nos ocupa un par de líneas y es breve, podemos dejarla así o bien citarla al pie. Si es demasiado larga la digresión, indudablemente quedará mejor abajo.



Las notas  a pie de página forman parte de cualquier contribución científica. No suele ser necesario que  leamos las explicaciones complementarias con detenimiento en los libros o artículos que manejemos para el TFG, pero sí conviene mirar al menos las citas bibliográficas, porque nos orientarán en la búsqueda de bibliografía para nuestro proyecto.



La temática central del TFG: los capítulos de desarrollo. Constituirán el grueso de nuestro proyecto y sucederán a la introducción, la explicación de la metodología y los objetivos propuestos. Los análisis pueden ser muy variados, dependiendo de la rama de conocimiento. Por lo general, en Humanidades y Letras la metodología suele ser analítica, descriptiva o comparativa, basada en casos. Requiere de una mente capaz de interpretar la información y de contextualizarla. Es recomendable que el TFG de Humanidades tenga una metodología visible y que se pueda desarrollar. También hay que tener claros los pasos y los temas de cada capítulo: conviene tener en mente un par de bloques a partir de los cuales ir profundizando en temas más puntuales. Cada capítulo dentro de esos bloques ocupará una extensión de 2-5 páginas, aproximadamente. Por lo general, este tipo de proyectos (TFG/TFM/Tesis) requieren de una precisión temática mayor que las monografías, los libros y los artículos, por lo que hay que saber fijar bien los límites entre un tema y otro dentro de un bloque de contenidos. Siempre se ha de ir de lo general a lo particular y, a medida que vayamos añadiendo epígrafes más concretos, ir reduciendo el tamaño de los encabezados y controlar la numeración (1.1, 1.1.2, 1.1.2.3, etc.).



Se puede exponer inicialmente un planteamiento historiográfico y después explicar algunas conclusiones personales al terminar el epígrafe, tras haber comparado y contrastado la información. Este tipo de conclusiones deben ser muy concisas, únicamente relacionadas con el aspecto o temática tratada en ese punto. La valoración final la podremos objetivizar cuando hayamos relacionado y contrastado todas esas conclusiones o recapitulaciones de cada capítulo del TFG. La suma de todas ellas serán las conclusiones finales en sí mismas. Es la manera más profesional de hacerlo, pero igualmente se puede optar por una síntesis más simple y únicamente concluir al final del trabajo. Esto suele ser lo más habitual.



Está prohibido copiar contenidos sin citar la fuente de autoría original. Cuando cites texto de algún autor, hazlo mediante el entrecomillado o en letra cursiva, citando la correspondiente nota a pie de página junto con la fuente de origen y destacando el fragmento de texto en un párrafo aparte si éste supera las cinco líneas. Es ilegal apropiarse de las ideas de otras personas y las citas significan respetar la autoridad de la idea original. Además, cualquier sospecha de plagio hará que el TFG sea penalizado con un 0. 



Las conclusiones deben reflejar el proceso de madurez y aprendizaje. No deberían ser muy difíciles de redactar, pues a esas alturas ya dispondremos de una idea bastante elaborada acerca de la consecución o cumplimiento de los objetivos propuestos. Algunos creen que son un mero resumen de lo ya tratado, pero esto es falso. Deben de aportar algo nuevo a lo que ya se sabe. Suelen ser la parte más fundamental de cualquier trabajo académico o de investigación. Es recomendable que sean precisas y que no ocupen más de 4-5 páginas. Para este fin, pueden dividirse en pequeños apartados ( A), B), C...). La mayor dificultad radica en que es, con frecuencia, lo último que se redacta, y el cansancio mental ya es palpable. Es aconsejable no tener prisa por terminarlas, sino darnos un respiro, unos días, para aclararnos nosotros mismos y despejar nuestra mente.



8. CORRECCIÓN Y REVISIÓN DE ERRORES



Cada vez que terminemos un apartado, capítulo o bloque de contenidos del TFG, habremos de presentárselo a nuestro director. Le llevará un tiempo leerlo y considerar las oportunas modificaciones o correcciones del mismo. En general, muchos docentes se quejan de la mala redacción de los trabajos académicos. Si éste es tu caso, deberías pensar en cómo mejorar tu escritura. La forma más sencilla y práctica es escribiendo a menudo. En todo caso, los fallos que suelen producirse son básicamente gramaticales, sintácticos o de estilo.



Los fallos de estilo no se deben a una incorrecta redacción, sino que dependen de la forma en que se escribe. En ocasiones al tutor le parecerá que hay palabras o expresiones poco adecuadas al discurso, por lo que tendrás que modificarlas o cambiarlas por otras similares. Ten en cuenta que el texto no debe ser difícil de leer y entender. Utiliza oraciones más cortas y no lo engalanes con excesivas subordinadas o coordinadas, ya que pueden desviar la atención de la idea principal.



Un TFG mal escrito o estructurado no lo podrá mejorar tu director/a. El tutor está para corregir los fallos  pero no podrá reescribir todo el trabajo por ti, ya que esa es tu responsabilidad. Un tutor no puede suplir las carencias de un estudiante ni responsabilizarse de ellas.



Cuando tu director te señale lo que tienes que corregir, no adoptes una actitud negativa. Acepta sus indicaciones. Él/ella es quien mejor conoce los puntos fuertes y débiles de tu TFG. Recuerda que el TFG es como una tesis de nivel 1 y que necesitarás dominar tu tendencia a la frustración psicológica. Puede que incluso te sirva más adelante si decides cursar un posgrado o un doctorado.



9. EL DEPÓSITO



Cuando hayas finalizado tu TFG, deberás tener presente la fecha o convocatoria abierta para poder depositarlo en la Secretaría de tu centro. Suelen existir unas 4 al año, siendo las ordinarias junio-julio y septiembre-octubre. Deberás entregar tres copias en papel del TFG y al menos uno o dos en formato PDF grabados en CD. Los servicios de reprografía de la universidad te facilitarán esta tarea. A veces es obligatorio que las copias estén debidamente encuadernadas. Tanto si es así como si no, es mejor encuadernarlas. Existen muchos tipos de encuadernación disponibles, algunos específicos para TFG, PFC, TFM o Tesis. Las más utilizadas son las encuadernaciones en anillas, a tapa blanda o dura, y también las más asequibles, pero también se pueden pedir en formato libro, con las páginas del proyecto encoladas. Son económicamente más costosas pero también más vistosas. Si quieres un bonito recuerdo de tu TFG, ésta es una buena forma de tenerlo. No será necesario que encuadernes en este formato las copias del tribunal si no quieres. De hecho, ellos no se quedarán con tu trabajo. Hazlo de forma barata y simple. A veces la sencillez es lo que triunfa.  



No olvides que, además de las copias y el CD, también tendrás que rellenar una serie de documentos en los plazos previstos. Necesitarás la firma de tu director y, si la facultad dispone de un repositorio institucional donde archivar digitalmente los trabajos académicos, solicitarán el permiso de ambos para indexarlo, crear una licencia de derechos de autor contra plagio y facilitar su acceso al público.



10. PREPARACIÓN DE LA DEFENSA



Los TFG deben ser evaluados por un tribunal, como los TFM y las Tesis aunque, por fortuna, no estará compuesto por especialistas sobre tu tema. Más bien, todo lo contrario: lo habitual es que esté integrado por profesores de la titulación, elegidos por sorteo, con un presidente, un vocal y un secretario. La mayoría de ellos serán de diversas especialidades y sus conocimientos  escasos o prácticamente nulos sobre tu tema. Sin embargo, en algunos casos puede coincidir que haya entre los tres seleccionados un especialista.



Tras realizar los trámites correspondientes al depósito del TFG, deberás preparar el acto de defensa. Es importante no subestimar esta última etapa, ya que los criterios de evaluación contemplarán un porcentaje para la calidad científica y técnica del documento escrito, pero también otra para la calidad de la exposición. Obtener la máxima calificación en sólo una de ambas partes, y en la otra una calificación pésima significará una nota total inferior a la esperada. Generalmente la mayoría de las veces los TFG superan los mínimos en calidad formal y redacción, y son las exposiciones las que más determinan el resultado final. Si el director/a te deja defender el trabajo, ten por seguro que será bueno, pero no descuides la presentación.



Para la defensa, es bueno prepararse un texto base y unas diapositivas. Por mi experiencia, las diapositivas no implican que quien las use vaya a sacar mejor nota que quien prescinda de ellas. Deben ser un recurso útil para que los profesores sigan tu exposición, pero abstente de sobrecargarlas de texto. Es mejor emplearlas como si fueran un guión, con ideas o puntos clave que apoyen tu discurso, de tal forma que aparezca una idea expresada simplemente y tú puedas desarrollarla oralmente. Si hay algo que vayas a decir de palabra, no es necesario que aparezca en las diapositivas, a no ser que sea muy importante. Intenta que tanto tu texto base como las diapositivas vayan a la par, de tal forma que las ideas clave del texto aparezcan reflejadas en aquéllas.



No abuses de las diapositivas tampoco. Es mejor poner unas pocas, media docena como mucho, y cada una ligada a las partes de la exposición. De esa manera te liarás menos y cuando pases de un tema a otro en tu discurso, sabrás que tienes que cambiar de diapositiva y no te perderás.



El texto base deberá recoger los aspectos más relevantes del TFG. Conviene que, al menos, presente la metodología, los planteamientos teóricos y las conclusiones o resultados derivados del análisis. También puedes añadir una proyección de futuro sobre tu tema, para futuras investigaciones, pero ésto solo suele hacerse en las Tesis. 



Nunca debe reproducir literalmente el TFG en sí. El tribunal ya se lo habrá leído y lo tendrán cerca por si necesitan volver a ojearlo. De hecho, la presentación debe ser un punto fuerte del trabajo, y no al revés. En cualquier caso, deberá acomodarse al tiempo de exposición dado por la facultad, que oscilará entre los 10-20 minutos.



Conviene ensayar en casa tanto el discurso como las diapositivas para comprobar que la presentación se ajusta al tiempo propuesto. También para aprender a pronunciarlo con soltura. Evita leer el texto durante la defensa. Los profesores prefieren el contacto visual. Esto no significa que debas sabértelo de memoria todo al pie de la letra. Será suficiente con que lleves el texto y lo mantengas cerca, a la vista, para emplearlo como guión si hay algo de lo que no te acuerdes. Tienes que demostrar a tu audiencia que dominas el tema y que lo conoces, que realmente sabes de lo que estás hablando.



Aunque suele decirse en muchos blogs o webs que la vestimenta del día de tu defensa es importante, mi expereincia me dice lo contrario. Si no hay una normativa específica de la facultad, no será tan determinante que vayas en traje. En todo caso, llevar algo cómodo y sobrio, es decir, tampoco vistas chándal y deportivas ese día.



Más importante que eso es tu actitud ante el tribunal. Procura hablar despacio, manteniendo un contacto visual más o menos frecuente con tus evaluadores. No olvides que, aunque no está escrito, el acto de defensa conlleva un cierto protocolo. Tu actitud debe ser seria pero a la vez humilde. Cuando termines, los profesores te harán observaciones, sugerencias o preguntas. En general, suelen hacerse  propuestas de mejora o críticas constructivas. Rara vez te avasallarán con preguntas. Es mejor permanecer en silencio mientras realizan sus comentarios y nunca interrumpirles. Cuando hables, mejor si es para responder alguna cuestión concreta que te planteen. Al finalizar, no te olvides de ser respetuoso y agradecerles su atención y la lectura de tu trabajo.



Para evitar que realicen demasiadas preguntas, es mejor asegurarse de que la exposición y el TFG son claros. En todo caso, puede ser útil definir una estrategia para evitar complicaciones. Si algún profesor pregunta algo, es casi seguro que su pregunta tendrá que ver con algo en lo que él sabe más. Para conocer mejor a tu tribunal, puedes consultar sus publicaciones científicas y ver qué pueden tener que ver con tu trabajo. Si crees que hay algún "hueco", apúntalo. Apunta posibles preguntas y relee tu TFG. Si se trata de una cuestión muy profesional a la que no puedes contestar, bastará con reconocerlo y asumir que tu director/a conoce mucho más al respecto. Recuerda que no debes "pasar la palabra" a tu tutor con excesiva frecuencia, porque podría tener consecuencias negativas en la calificación. Por supuesto, tampoco contradigas ni polemices las sugerencias del tribunal.



11. LAS CALIFICACIONES



Cuando finalicen todas las presentaciones de TFG de un tribunal, éste ordenará salir a los graduandos y los demás asistentes para deliberar a puerta cerrada las calificaciones. Los TFG, como cualesquiera otros trabajos académicos de mayor envergadura, suelen ser calificados con buena nota en muchos casos. Sin embargo, la rama de conocimiento adscrita a la titulación que curses podrá ser más determinante en esto. Un TFG en Ingeniería, Medicina o Física, basado en cálculos y pruebas de ensayo-error será siempre objetivo, mientras que uno en Historia, Filosofía o Filología será subjetivo, ya que no se trata de "ciencias exactas". En Humanidades y Ciencias Sociales aprobar el TFG será mucho más sencillo que en Ciencias, pero dependerá mucho de la reelaboración del proyecto en sí y de los evaluadores. Muchas veces se tiende a pensar que este factor condiciona poco la calificación. Estar en contra de algún profesor puede motivar una mala calificación, y entenderse muy bien con él justificar una matrícula de honor...



Independientemente de cómo sea valorado un TFG por un tribunal, un trabajo académico puede ser, científica y académicamente hablando, muy bueno, bueno o malo, estar peor hecho, redactado o planteado. Para algunos profesores un TFG excelente es como un TFM, es decir, un estado de la cuestión sobre un tema, o un trabajo de investigación donde traten de aportarse ideas nuevas. El potencial del tema del TFG podría incluso ser positivo o negativo. Si se trata de un tema muy explorado, será difícil añadir nada. En ocasiones, los docentes buscan que haya una perspectiva en el trabajo, algo que lo justifique, o que haya mucha originalidad. 



A veces un TFG y un TFM llegan a ser prácticamente lo mismo. En teoría son las competencias adscritas al TFG y al TFM las que los diferencian, pero en Humanidades la madurez y la capacidad de adquirir ciertas competencias de forma individual son imposibles de objetivizar, de tal forma que hay personas capaces de desarrollar una pequeña investigación y otras que no sabrán hacerlo. En las carreras científicas se enseñan herramientas o métodos para resolver problemas técnicos, pero en Letras un problema "humanístico" puede solucionarse de múltiples maneras, porque no hay una variable única para todo el conjunto. 



Si quieres inclinar el viento a tu favor, prepara bien la exposición y trata de hacerlo lo mejor que puedas. Piensa en destacar y ser original, en la medida de lo posible, claro. Evita contratiempos o problemas con las diapositivas. Casi siempre se valoran las exposiciones de forma comparativa. Intenta que la tuya atraiga y convenza a la audiencia. Ten en cuenta lo siguiente:  la calificación no depende de nosotros al cien por cien. La puntuación será definitiva y en ningún caso podrá modificarse. Sin embargo, lo más gratificante es la satisfacción personal que conlleva enfrentarse a un proyecto académico con éxito. Al margen de la calificación obtenida, es una sensación irrepetible. Un trabajo bien hecho, es siempre un trabajo bien hecho. 


lunes, 4 de enero de 2016

"Al-Andalus o la fabricación de la Arcadia Islámica"

En los últimos tiempos, líderes políticos y religiosos de procedencia diversa refieren la convivencia idílica entre cristianos, judíos y musulmanes en al-Andalus como una Edad de Oro de la tolerancia. Igualmente, los yihadistas han incorporado en su ideario terrorista un al-Andalus cual Arcadia a la que regresar. A pesar de que los medievalistas venimos advirtiendo de la manipulación de la historia de al-Andalus, este conocimiento no se ha socializado, principalmente porque rara vez la voz de los historiadores es escuchada fuera de los círculos académicos, como bien sabemos, pues esta visión utópica de al-Andalus forma parte de un imaginario, tejido en los dos últimos siglos, en el que convergen las idealizaciones del orientalismo decimonónico y la teoría de la España de las Tres culturas de Américo Castro, desarrollada en Princeton en 1948, que consiguió un gran apoyo por parte del mundo académico norteamericano, pues servía como supuesto precedente histórico de convivencia pacífica para la sociedad multicultural de los Estados Unidos.

La invasión islámica del 711 fue guerra de conquista y una pesadilla para sus gentes. El historiador árabe al-Kardabus nos relata que Muza, el caudillo conquistador, sometió Toledo y otras dieciocho ciudades, tras lo cual regresó a Damasco con "treinta carretas cargadas de oro, plata, objetos preciosos de rubíes, perlas y topacios, tesoros inestimables en ropas y cien mil prisioneros entre hombres, mujeres y niños". La descripción de las fuentes cristianas corrobora la violencia de los conquistadores. La Crónica mozárabe (754) relata que "Muza arrasó antiguas y hermosas ciudades, pasó a cuchillo y exterminó a la población por medio del hambre, crucificó despiadadamente a los dignatarios y nobles, descuartizó a jóvenes y niños, sembró el horror en España". Sólo la población del cuadrante noroccidental, mucho más dispersa por el territorio, pudo emprender la resistencia. La influencia andalusí y la de los reinos cristianos quedó dividida por una amplia franja que escindía dos grandes conjuntos fronterizos, de una parte el Dar al-Islam o territorio del Islam frente al Dar al-Harb o territorio a combatir, cuyos habitantes son denominados harbiyun o infieles.

La religión era un elemento de cohesión social básica de la población y los hombres y mujeres del Medievo carecían de nuestro concepto de tolerancia. La población que no se convirtió al Islam tras la conquista fue denominada dimmí y estaba obligada  apagar un impuesto (yizia). Los cristianos estaban obligados a distinguirse de los musulmanes en el traje, tenían que habitar en barrios apartados, estaba prohibido que arreglasen o construyesen nuevas iglesias, no podían montar a caballo, lo que los situaba en un estatus inferior al de los musulmanes. Estas comunidades, en algunos casos, subsistieron hasta la reconquista cristiana con muchas dificultades, como lo prueba la abundancia de cristianos martirizados entre los siglos IX y X. Una de los peores épocas se vivió con Almanzor, a principios del siglo XI, cuando al-Kardabus nos informa sobre la conquista y destrucción de ciudades como León, Barcelona o Santiago de Compostela. Peores tiempos aun vivió la población cristiana cuando al-Andalus pasó a ser un apéndice de los imperios magrebíes de almohades y almorávides en el siglo XII. Su fanatismo provocó un sistemático exterminio de lo que no fuera musulmán, tal como lo recuerda la destrucción de la iglesia de Granada en 1099. La intransigencia religiosa en esta ciudad ya había afectado a a población judía en 1066, cuando se produjo un progromo, que acabaría en la expulsión de los judíos de al-Andalus en la segunda mitad del siglo XII.

Al-Andalus sólo tiene una personalidad histórica, cultural y artística, si lo analizamos con nuestros parámetros actuales, pues en la Edad Media no pasó de ser una región más del mundo musulmán, que jamás perdió su independencia de Dar al-Islam. De hecho, al-Andalus nunca existió como entidad política, sino que era la denominación genérica en árabe de la Península Ibérica, que la identifica con el Atlántico, según el geógrafo del siglo XI, al-Bakri. Como consecuencia de esto, hubo una ausencia de ideología que legitimara la conquista y la posesión de al-Andalus por los musulmanes.

Todo lo expuesto hasta aquí no contradice, en modo alguno, las altas cotas artístico-culturales de las élites de al-Andalus, que nos han legado un patrimonio cultural de inestimable belleza como los reales Alcázares de Sevilla, la ciudad califal de Medina Azahara o el palacio de la Alhambra de Granada, por citar algunos ejemplos populares. Sin embargo, este esplendor cultural no puede velarnos que los grupos populares de al-Andalus vivieron regidos por la Ley Sagrada del Islam o  Sharia a lo largo de toda su historia.

En suma, la supuesta convivencia idílica de la España de las Tres Culturas, que nunca existió, se ha convertido en un tópico acrítico de la cultura popular de nuestros días, soslayando la información de las fuentes históricas, tanto cristianas como musulmanas, que nos historian el enfrentamiento entre los grupos y la ausencia de una identidad política propiamente andalusí. Espero que estas breves líneas ayuden a comprender en alguna medida lo que fue al-Andalus.

Jesús Ángel Solórzano Telechea

El Diario Montañés, 4 de enero de 2016



Jesús Ángel Solórzano es profesor de Historia Medieval y actualmente decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Cantabria (UC)

lunes, 30 de noviembre de 2015

"La violencia contra la mujer en la historia"

Los actos violentos han estado presentes en el comportamiento del ser humano desde épocas muy primitivas, pues todo parece indicar que la violencia es un instinto de los hombres; en toco caso, bajo ningún concepto la violencia se debe justificar ni permitir. Todas las culturas del mundo han estado involucradas en algún enfrentamiento bélico, provocado por ideologías políticas o religiosas. Los griegos, romanos, celtas, cretenses, vikingos y otros antiguos pueblos europeos, realizaron sacrificios humanos.

La civilización griega desde sus raíces se vio envuelta en una vorágine de violencia social representada por guerras, revueltas políticas, tiranías, genocidios e incluso por catástrofes naturales, que dieron alimento permanente a su panteón de dioses. Es célebre el caso de Agamenón, rey de Esparta, que antes de partir para la guerra de Troya decide sacrificar a su hija, Ifigenia, para obtener vientos favorables de los dioses. En  lo que se refiere a la civilización romana, se caracterizó por una historia extremadamente violenta y sus pensadores elaboraron un cuerpo legal para preservar el orden y los derechos de los ciudadanos y los privilegios de las clases dominantes. Roma prohibió los sacrificios humanos en el 97 a.C, pero los frecuentes espectáculos de gladiadores en los coliseos constituyen una variante de los sacrificios humanos. En los mitos greco-romanos abundan los personajes violentos, dioses y hombres que conviven y realizan todo tipo de acciones execrables. En la Biblia encontramos numerosas referencias a actos de violencia y a sacrificios de hombres y de animales con motivos religiosos. Se alude a la intención de sacrificar niños en honor a  Yahvé y a apedrear a mujeres que no llegaban vírgenes al matrimonio o que eran sorprendidas en adulterio.


En ese contexto histórico de predominio de la violencia se inserta el maltrato contra las mujeres, que no es un fenómeno moderno, sino que tiene lejanos precedentes. En efecto, ya en el mundo greco-romano encontramos referencias de mujeres maltratadas en el ámbito doméstico y, con seguridad, existieron muchos más casos de los que están atestiguados. La mitología está llena de dioses que violan, raptan o matan  a sus mujeres para satisfacer sus deseos o para obtener beneficios de otras divinidades. El soberano de todos los dioses, el gran Zeus, amenazaba con darle una paliza a su esposa Hera por estar celosa y por intervenir y cambiar sus planes, ante la mirada impotente de su hijo Hefesto. Como ser inferior, voluble y frágil, la mujer ha estado sometida a la voluntad del hombre y ha sido objeto de su ira cuando se rebelaba.


En el ámbito del derecho romano, la mujer era una eterna menor, debido a su debilidad congénita (imbecillitas sexus), y a los límites de su capacidad intelectual, que la impedía participar en la vida pública, hacer testamento, ejercer la patria potestad, adoptar, etc. La obligación de fidelidad conyugal afectaba solamente a las mujeres y, en caso de adulterio, la esposa podía ser asesinada por su padre o por  su marido, sin graves consecuencias penales para ellos. Un acceso de ira del esposo podía desembocar en una paliza sobre su mujer, con consecuencias a veces trágicas para ella. Para ser declarado inocente bastaba con hacerse con un buen abogado.





En el Antiguo Testamento encontramos frecuentes relatos de la violencia ejercida contra las mujeres, sobre todo violaciones, incesto, esclavitud sexual, botines de guerra, etc. "Cuando Tamar se acercó a Amnón para que comiera, él enseguida se agarró de ella y le dijo "Ven, acuéstate conmigo, hermana mía". Sin embargo, ella le dijo: "¡No, hermano mío! No me humilles, pues no suele hacerse así en Israel. No hagas esta locura deshonrosa. Y yo... ¿a dónde haré ir mi oprobio?..." Y él no consintió en escuchar su voz, sino que usó fuerza superior a la de ella y la humilló y se acostó con ella. Y Amnón empezó a odiarla con un odio sumamente grande, porque el odio con que la odió fue mayor que el amor con que la había amado, de modo que Amnón le dijo: "¡Levántate, vete!". Ante esto, ella le dijo: "¡No, hermano mío; porque esta maldad de enviarme es mayor que la otra que has hecho conmigo". Y él no consintió en escucharla. Con eso, él llamó a su servidor que lo atendía y dijo: "Envía esta persona de junto a mí, por favor, afuera, y echa el cerrojo a la puerta tras ella" (2 Samuel, 13).


En el Nuevo Testamento se produce un ligero cambio con respecto a la situación de las mujeres, debido sobre todo a la actitud de Jesús reflejada en los Evangelios. El fundador del cristianismo no manifiesta ninguna actitud sexista y habla indistintamente con hombres y mujeres, sin prejuicios de tipo sexual. La consciencia de una desigualdad de trato entre hombres y mujeres por parte de la sociedad judía y greco-romana aparece reflejada en un mensaje de Jesús que Pablo reproduce en su epístola a los Gálatas: "De ahora en adelante no habrá ni judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Gál. 3, 28)". Uno de lso ejemplos más reveladores del mensaje de igualdad y perdón de Jesús lo tenemos en el episodio de la mujer adúltera, cuando uno de sus discípulos le dice: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. En la la Ley, Moisés nos mandó que a semejantes mujeres las apedreásemos; tú, pues ¿qué dices?.. Quien de vosotros esté sin pecado, sea el primero en apedrearla... quedó solo Jesús, y la mujer de pie en medio. Alzando jesús la cabeza, le dijo: Mujer, ¿dónde están? ¿nadie te condenó? Ella dijo: Nadie, Señor. Dijo Jesús: Tampoco yo te condeno" (Jn. 8, 4-11).


Si la llegada del cristianismo y la predicación del mensaje evangélico contribuyeron a equiparar la relación entre sexos,  incorproando innovaciones sustanciales con respecto a la tradición judía y greco-romana, el lógico devenir de los acontecimientos debería haber supuesto  una evolución progresiva en la condición femenina, plasmada en una mayor emancipación. Pero la lógica d ela inercia no funcionó, pues en los siglos sucesivos se produjo una inversión en esa tendencia emancipadora, una involución con resecto a lo ya avanzado. En ese proceso involutivo tuvo un papel protagonista la Iglesia, entonces en curso de institucionalización, pues a partir del siglo II se constituyó en una iglesia universal, anclada en los patriarcales y jerárquicos esquemas greco-romanos. Esa organización eclesiástica desplazó paulatinamente a las mujeres de los cargos representativos y de los ministerios eclesiásticos hasta dejarlas casi completamente relegadas.


El esquema de valores tradicionales continuó funcionando en los siglos sucesivos, y la smujeres siguieron siendo objeto de discriminación y de violencia como en las etapas anteriores. Así nos lo cuenta San Agustín en el siglo IV-V, a propósito de su madre, Mónica, y de su situación en el hogar: "De tal modo toleró las injurias de sus infidelidades que jamás tuvo con él ninguna riña al respecto, pues esperaba que tu (de Dios) misericordia caería sobre él y que, al creen en ti, se haría casto. Además, era por una parte demasiado cariñoso y por otra extremadamente colérico. Mas ella tenía cuidado de no oponerse a su marido enfadado, ni con los hechos ni con las palabras; y sólo cuando le vaía ya tranquilo y sosegado y lo consideraba oportuno, le hacía ver lo que había hecho, si por casualidad se había excedido en el enfado. Cuando muchas matronas, que tenían maridos más mansos que ella, traían los rostros marcados por las señales de los golpes y comenzaban a murmurar sobre la conducta de ellos en las charlas de amigas, ésta les advertía que una vez firmado el contrato matrimonial, debían saber que ese documento las convertía en esclavas de éstos; y recordando esta condición suya no debían ser soberbias contra sus señores. Ellas se admiraban de que, conociendo lo feroz que era Patricio, no se hubiera sabido ni traslucido nunca que maltratase a su mujer; las que imitaban su ejemplo experimentaban dichos efectos y le daban las gracias; las que no la seguían eran esclavizadas y maltratadas" (Agustín, Confesiones IX, 9, 19). Desgraciadamente esa situación se ha perpetuado hasta la actualidad, y con consecuencias trágicas en demasiados casos, como bien sabemos.


Juana Torres

El Diario Montañés, 29 de noviembre, 2015



Juana Torres es profesora de Filología Latina en la Universidad de Cantabria (UC), directora del Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras y presidenta de la Sociedad Española de Estudios Clásicos de Cantabria (SEEC).



"La religión en las aulas"

En los últimos días, cercanas las elecciones generales, ha vuelto a los medios de comunicación el tema de la enseñanza de Religión en el sistema público. La polémica, que se refiere a la Religión Católica y no a la Religión en general, no es nueva ni exclusiva de España. Tampoco lo son los argumentos que sostienen la postura a favor, esto es, la legitimidad de esta materia y sus beneficios para el alumnado, y la postura en contra, a saber, que en un estado laico la escuela no es el lugar para la catequesis. El debate, que no por ser antiguo está zanjado, merece una reflexión ajena al clima político.

La Iglesia española tiene todo el derecho a reclamar la enseñanza de la asignatura de religión en la escuela pública. No es la Constitución, como se ha dicho a veces, la que lo ampara, sino un acuerdo entre España y la Santa Sede sobre enseñanza y asuntos de culto, firmado por el secretario de Estado Vaticano, cardenal Villot, y el ministro de asuntos exteriores español, Marcelino Oreja en enero de 1979, que revisaba el muy confesional Concordato de 1953. En el Acuerdo el Estado español reconoce el derecho a la educación religiosa  católica y se compromete a garantizar que se cumpla. Este derecho se traduce en que la religión se incluirá en varios niveles del sistema educativo (todos menos el universitario) en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales, por tanto, como materia evaluable. El Acuerdo establece también que los profesores de Religión serán elegidos por la autoridad académica entre los propuestos por el Ordinario diocesano y formarán parte a todos los efectos del Claustro de profesores de sus centros. Corresponde a la jerarquía eclesiástica fijar los contenidos de la enseñanza y proponer los libros de texto y otros materiales didácticos. La situación económica del profesorado se concertará entre la Administración  Central y la Conferencia Episcopal -los sueldos corren a cuenta del Estado.

El Acuerdo está en vigor y sería necesario rescindirlo para hacer que perdiera efecto. Así pues, la Iglesia demanda lo que le corresponde. Ahora bien ¿es razonable que siga haciéndolo? Creo que no y el motivo fundamental es que el contexto social que justificaba el Acuerdo ha cambiado en este medio siglo de historia. Cuando se firmó, el documento era incluso avanzado para su tiempo. En 1979 España acabab de salir de la dictadura y del nacionalcatolicismo, bajo el cual la Iglesia había disfrutado de enormes prerrogativas, entre ellas en la enseñanza. El Acuerdo hace explícito el principio de libertad religiosa y establece que la Iglesia deberá coordinar su misión educativo con los principios de libertad civil en esta materia. La Religión Católica sería además optativa, lo que suponía un enorme cambio con respecto a la situación durante el franquismo.

Pero lo que en su tiempo fue progresista hoy a dejarlo de serlo. España es un país lacio y escasamente religioso. Aunque de mayoría nominalmente católica (el 72% de la población se declara tal), los católicos españoles no practican: el 61% no va nunca o casi nunca a misa, el 14'6 lo hace todos los domingos y sólo el 2'6 acude varias veces a la semana. El nivel de envejecimiento es alarmante: el 75% de los jóvenes católicos entre 18 y 24 años no es practicante. Se sabe, por otra parte, que son los padres, no los jóvenes, quienes demandan la enseñanza de religión y quienes deciden, por lo menos durante la infancia, si sus hijos asisten a ella. Cuando éstos pueden elegir, pocos la escogen. La asignatura de Religión, tal como se enseña, no interesa. Tras años de perder alumnado, la demanda solo ha aumentado cuando la LOMCE ha hecho que vuelva a contar para la nota media. En este curso 2015 la subida en algunos centros ha llegado al 150%. Los estudiantes saben que en clase de Religión se exige poco y se califica alto.

Se argumenta a favor de la asignatura que es útil para informar a nuestros estudiantes de los valores de la cultura de Occidente y de sus manifestaciones, por ejemplo, en el arte. Pero la cultura de Occidente de ha forjado sobre bases muy variadas y, en lo religioso, no es exclusivamente cristiana. El Judaísmo y el Islam y, antes de éstas las religiones politeístas, en particular las de naturaleza filosófica, han hecho sustanciales aportaciones a la historia de Europa. En el mundo actual, por otro lado, interviene en la construcción de la identidad europea una creciente variedad de religiones, con sus peculiares prácticas, que conviene conocer. En cuanto al contenido histórico-cultural de la asignatura de Religión, como alumna fiel que fui de ésta en mis años de Bachillerato (impartida entonces por sacerdotes) y como profesora hoy de Historia de las Religiones constato que la gran mayoría de los estudiantes católicos que han cursado la asignatura no conocen ni la historia del Cristianismo, ni la simbología religiosa, ni los dogmas fundamentales de su fe, si quiera tienen ideas claras de lo que es la Biblia. Sin embargo, los jóvenes se interesan por el fenómeno religioso, como lo demuestra el buen número de ellos que nutren nuestras aulas de religiones en Grado y Máster.

¿Por qué mantener, entonces, una enseñanza que poco enseña? Entre los varios argumentos esgrimidos estos días en favor de la continuidad se ha dicho que supondría la condena al paro de miles de profesores. Existe una solución, que muchos de ellos acogerían con agrado: ofrecerles una formación en Historia Comparada de las Religiones, en la que el Cristianismo debe tener un lugar relevante. Para ello muchas universidades españolas cuentan con una oferta académica. Ésta sería la oportunidad de transformar la asignatura de moral católica, cuyo currículo, tal y como figura en el BOE, ofende los fundamentos del conocimiento científico, en una materia útil para la sociedad contemporánea y atractiva para nuestros estudiantes.

También, claro está, se pueden (en mi opinión, se deben) rescindir los acuerdos con la Santa Sede y sacar la religión de las aulas, pero éste será un proceso, cuanto menos, largo. Entre tanto, sin grandes tensiones ni más necesidad de recursos, mediante una renovada colaboración entre Iglesia y Estado, podríamos mejorar nuestro sistema educativo.


Mar Marcos

El Diario Montañés, 14 de noviembre, 2015


Mar Marcos es profesora de Historia Antigua y de Historia de las Religiones en la Universidad de Cantabria (UC) y presidenta de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones (SECR)




martes, 27 de octubre de 2015

"Carlos, rey emperador": Duelo de Titanes

Isabel conoce a Carlos y ambos se enamoran a primera vista. Sin duda, la escena más romántica y simbólica del octavo episodio.
                                                                   
                                                   Resumen de audiencias


La serie del emperador de TVE sube 0'4 décimas respecto a la semana pasada, posicionándose con un 12'1% ; como cabía esperar, "La Voz Kids" bate su récord de audiencia con un 32% (31'9) en su final, que vieron un total de 5 millones de telespectadores; 14% consiguió "El Hormiguero"; 11'8 y dos millones "El Intermedio"; el cine de Antena 3 y La Sexta se movieron entre el 10 y el 7%, y lo menos visto fueron, como de costumbre, "Gym Tony" y "Rabia", con el típico 5% habitual.

En cuanto a "Carlos", es la primera semana que se registra una ligera subida, a excepción del día del partido de la selección debido al efecto arrastre. Con toda probabilidad, la tendencia quedará en torno al 11-12% de audiencia, aunque el lunes que viene habrá que ver cómo se reparte la audiencia global entre cadenas al clausurarse finalmente la última edición de "La Voz Kids", que ha sido hasta ahora la que ha llevado la voz cantante. Entonces veremos si la serie, aunque ya empezada, logra, contra todo pronóstico, cautivar a algún espectador más.


                                                     Review del Capítulo 8


Acuerdos entre dos mundos: Francia e Inglaterra

Enrique se harta de las insinuaciones de su esposa y desde España Gattinara defiende el honor de los Austrias.


















Carlo se había aliado con Inglaterra para recuperar los territorios dinásticos que le pertenecían y así aislar a Francia, potencial enemiga del Imperio, pero Enrique decidió no colaborar enviando ejércitos debido a que Carlos abandonó el compromiso de casarse con la infanta María, casi recién nacida. El monarca hispano se enfrenta a las consecuencias de su decisión de contraer nupcias con Isabel de Portugal: al ganar a Francisco  en Pavía, España e Inglaterra deberían de repartirse el botín de guerra, incluyendo los territorios que Carlos V reclama y, en teoría, Enrique VIII cree que aún tiene derechos sobre ello ya que la culpa fue de Carlos por romper el compromiso con la infanta, por lo que Enrique se declara aún respetuoso. Esto es lo que legitima al inglés para pedir una ración de la conquista. Sin embargo, Carlos lo ve de otra manera: si no participó de la guerra, fueran cuales fueran sus motivos, no tiene derecho a  recompensas. Luego entonces, Enrique plantea ganarse a Francia si pierde a España como aliada, lo cual no favorece en nada a su esposa Catalina. Catalina dependía de que Carlos se casara con la pequeña María para mantener sus derechos y poder en la corte inglesa y al rechazar su sobrino la propuesta, la debilita a ella personalmente. Sólo así se explica que Gattinara pague a un subordinado para enviarle una carta secreta a Catalina y que defienda su misma postura: que Carlos acabe cuanto antes con la vida de Francisco. A Carlos no le interesa asesinarle. Es solo un rehén para forzarle  a que le entregue el ducado de Borgoña.

La posición de Catalina en Inglaterra es más que vulnerable: allí pueden reinar las mujeres, pero a Enrique sólo le interesa un heredero varón y ella ya es una mujer anciana para la época, en edad infértil, de manera que para el inglés es muy prescindible. Catalina apoyaba en gran medida a Carlos dados los lazos de sangre pero, aunque ella quisiera que las cosas fueran de otra manera, lo cierto es que su sobrino tiene otros problemas que le pesan más, y es precisamente por eso que hace caso omiso de Catalina y Gattinara. Si matase al rey de Francia, tendría serios problemas y ello le acarrearía una muy mala reputación como "pacificador" del Imperio, más aún cuando eso solo encendería la guerra entre cristianos, algo que al Papado no le interesa, y ya que el Papa y los franceses se llevan tan bien, conviene  no hacer enfadar al primero. Otra consecuencia sería el debilitamiento de Europa frente al turco, y lo que hace falta es una Europa unida y robusta, porque el verdadero enemigo campa a las afueras.

Una vez más, el capítulo demuestra que la política no entiende de sentimientos ni vínculos parentales; que a veces el deber se sitúa por encima de las personas y de la moral, cuando al mismo le viene ya dada la moralidad como principio.

Duelo titánico: las "Dos Torres"

Francisco es llevado a la corte de su archienemigo, pero éste no tarda en darse cuenta de que no es el único que tiene la sartén  por el mango.
Tras cobrarse a Francisco como premio, Carlos lo mantiene encerrado en palacio con libertad muy restringida. Sabe que el francés tiene no pocas ganas de largarse de allí y salirse con la suya, pero nuevamente sus funciones como emperador y como rey le hacen blanco de caballeresca generosidad, por lo que procura que esté bien cuidado y atendido, y que no le cause más retrasos ya que en un mes o poco más tendrá que citarse personalmente con su prometida Isabel. Ésta parte de Portugal con el corazón dividido entre la alegría y la tristeza. Desea cumplir con sus obligaciones como la emperatriz que se espera que sea pero debe alejarse de su familia y el matrimonio es una incesable fuente de incertidumbres, pues desconoce la personalidad de Carlos y no sabe tan siquiera si de entre ellos dos nacerá el amor, al igual que entre Catalina y Juan en Portugal. Éste estaba locamente enamorado de Leonor y ha tenido suerte de que su nueva esposa sea atractiva, pero nunca será la misma mujer. El amor puede surgir con la mirada o con la paciencia. Por suerte, Germana la acompaña en el viaje hasta Sevilla y gracias a eso ya tiene alguna certeza sobre Carlos, que él es un hombre "virtuoso". De alguna forma, es lo que ella esperaría de su futuro marido, y se lo aclara a Germana: ella espera que sea un esposo fiel y que la misma duquesa de Brandeburgo lo comprenda y no se inmiscuya como amante suyo que en su día fue. Isabel mira hacia el futuro. Deja atrás una vida para empezar otra, y esa misma paradoja significa para ella la frontera que separa ambos reinos, el de España y el de Portugal. 

Entretanto, Francisco se da cuenta que Carlos no es el único que puede ponerle las cosas difíciles. Mientras él quiera la Borgoña y rehúse negociar, no habrá ducado de Borgoña que valga. En el pasado, no libró ni una sola batalla frente a frente, y ahora que le tiene tan cerca ¿por qué dejarle ir? La situación entre ambos es la de un tira y afloja, un tensar la cuerda sin que ninguno de los bandos salga vencedor. Efectivamente, para Francisco el empate siempre será una victoria, pero no así para Carlos, y de ahí que le dé constantes largas y caiga enfermo a propósito tras ingerir los frutos venenosos. Carlos, a su vez, también se percata de que no sólo Francisco es su prisionero: ¡él también tiene al toro cogido de los cuernos! Le provocará retrasos y además no le dará la Borgoña. Ni siquiera hacerle jurar sobre la Biblia cambiaría sus intenciones: una vez que esté libre, hará añicos el pacto. Frente a su discreta felonía, Carlos se muestra alerta. "Hermano", sí, a regañadientes. 

Cautiverio de lujo: la Dama y el Prisionero

Durante un paseo por los dominios de su carcelero, Francisco conoce a Leonor. Dios los creó y ellos se juntaron.
Mientras se pasea por los cotos de caza de su anfitrión, Francisco tiene el placer de conocer a la majestuosa Leonor, orgullosa de haberle dicho al duque de Borbón cuatro cosas bien dichas: que jamás será suya, porque ella, como hermana de rey, sólo puede ser reina. De algún modo, tanto Leonor como Isabel son retratadas a imagen y semejanza en la serie: Isabel quiere ser emperatriz o no ser nada, y Leonor no se queda atrás; ella es reina sí o sí. Las dos son muy firmes en las decisiones que han tomado, aunque finalmente, más que tomar una decisión, la ocasión se las haya aparecido por azar del destino. 

Ambos, Leonor y Francisco se gustan a primer ojo. Leonor queda embelesada con la "galantería" y la lengua seductora de Francisco. A fin de cuentas, es un joven apuesto y guapo, y casi como ella, ha perdido la dignidad a manos de Carlos. Son tal para cual. Pero como tras la cesión de Borgoña algo debía darle Carlos a Francisco, nada mejor que su hermana para hacer las paces entre reinos. Y, ya de paso, así Leonor vuelve a ser reina, es decir, consigue sus objetivos, y le hace un favor a España. Tras la quiebra de los pactos por Francisco, la unión debiera haberse anulado, pero por alguna razón histórica, Leonor reinó en Francia hasta 1558, año en que murieron ella, Carlos V y Catalina. Para el rey hispano es un alivio esta alianza, porque pierde a Inglaterra como apoyo político, pero puede ganar a Francia, lo que truncaría la estrategia de Enrique  de ser favorable a Francia y contrario a España. 

Traidores frustrados: Cortés y Cuahutémoc

La avaricia corrompe a Cortés y las nuevas órdenes del rey le hacen temer por una rebelión de sus propios hombres.
A la corte castellana llegan noticias de los desvaríos de Cortés quien, más que actuar por la Corona, le da la espalda. El oro es fundamental para la economía española, para continuar financiando los conflictos y las transacciones comerciales, pero depende de Cortés que parte de ese oro se embarque para Castilla, del éxito de la política de encomiendas... y estas no están dando muy buenos frutos, que digamos. El Consejo solo ve una solución, y es denegarle todos los privilegios concedidos. Aún así, Cortés desoye a sus hombres, y estos se ven en apuros: como vasallos del rey, deben acatar sus provisiones, pero ahora Cortés se cree "emperador" en las Américas y no está cumpliendo con lo establecido. En cualquier momento, ellos pueden ser acusados de cómplices... o peor, que Cortés los degüelle por no obedecerle expresamente a él, que es el que está en cuerpo y alma. 

Por eso, corren rumores de una posible sublevación: sus soldados desean enriquecese como él, pero también regresar a Castilla con vida, donde dejaron a sus familias, y hay una gran diferencia entre volver como héroe o como traidor de lesa majestad. Pero eso no es lo peor: si Cortés pierde autoridad entre los suyos, más dudas tendrán los indios de las encomiendas. Hasta ahora algunos le han sido fieles como sería la voluntad de Monctezuma, pero Cuahutemoc sigue vivo y todavía es un peldaño de rebeldía añadida, ya que se erige como garante de la voluntad del pueblo mexica y tiene discípulos leales. Por este motivo, Cortés lo retiene en pésimas condiciones, prisionero en una celda con grilletes. Es una manera de obligar a sus seguidores a acatar  su mandato, porque ante todo, Cuahutemoc es un traidor, aunque Cortés no es menos que él, porque también ha traicionado a su señor de Occidente. 

La ulterior condena a muerte en la horca de Cuahutemoc responde a razones políticas, desde mi punto de vista: Cortés lo sacrifica para evitar otro foco de rebelión, ya que de prolongarse la situación, los mexicas podrían aglutinarse e torno a él, pues no deja de ser hermano de Monctezuma. Con su deceso, Cortés ya no tiene guerreros que le hagan frente y así podrá enderezar las encomiendas, aunque finalmente él mismo termine marchándose de allí a por nuevas conquistas. Se diría que la propia Malinche le anegó de ideas la cabeza, ideas que al final acabaron por nublarle la razón, repitiéndose así la misma situación que se dio cuando Cortés pisó esas tierras.