lunes, 10 de agosto de 2015

El fenómeno religioso en nuestros días... ¿espacio de conflicto o marco de diálogo?

Hace poco más de un mes, la profesora de Historia Antigua de la UC, Mar Marcos, presidente de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones, escribió un arículo de opinión para el períodico El País ("La hora de las religiones", El País, V-02-2015) en el que recordaba el trágico incidente del Charlie Hebdo y exponía las medidas jurídicas que habían aplicado algunos gobiernos europeos para hacer frente al problema. Mientras algunas medidas legislativas que se han adoptado han sido más represivas, en otros casos los países cuentan con otro tipo de estrategias, como la solución educativa, introduciendo asignaturas que den a conocer de forma aconfesional y laica la religión en sus respectivos sistemas educativos, cosa que en España, desafortundamente, no ha sucedido. Sin embargo, las ventajas de conocer mejor el fenómeno religioso radicarían en un posible entendimiento, ya que muchos son los prejuicios emitidos desde Occidente a Oriente, y quizás así se acabaría con los fanatismos religiosos. Pero existe el problema de la comprensión  e incomprensión religiosa ¿puede ser la religión un espacio de conflicto o, por el contrario, un marco de diálogo? Lo que inicialmente es un planteamiento, genera después bastante incertidumbre: al final te das cuenta de una cosa ¿cómo debemos entender el fenómeno religioso? ¿debemos hacer de ello un problema, o al contrario, basarnos en ello para crear espacios de entendimiento y de diálogo? Porque parece que, nos guste o no, los gobiernos (al menos en España) no tienen intención de abogar por la solución educativa. Y, por otro lado, el problema no es sólo propio, de los occidentales y de nuestras "presuntas" raíces cristianas: aunque nosotros no podamos verlo, habrá gente de otros países que también se habrán dado cuenta de que la solución no la puede plantear uno solo, sino que tiene que ser algo en lo que participen colectivos, de unos países y de otros: a un problema internacional, debería corresponderle una respuesta internacional, aunque ahora mismo parezca utópico decirlo así. Creo que una reforma para introducir una disciplina relativista en el marco de las religiones puede ser necesaria, pero no efectiva si sólo algunos gobiernos europeos apuestan por ella. Paliaría ese gran desconocimiento que todos tenemos de las religiones ajenas, y a largo plazo, tendríamos una generación capaz de involucrarse y familiarizarse con el conflicto religioso. 

No se trata ya tanto de que seamos críticos con la religión, si "promueve la violencia y la discriminación", sino de que sepamos comprenderla dentro del siglo XXI en el que estamos, pero por parte de todos, y no sólo de unos pocos. El problema ya no es sólo de fuera, sino nuestro también, porque la religión ha existido y coexistido con el hombre en todas las edades pretéritas: en ese sentido, para mí que sería oportuno hablar de la religión como un lenguaje que trasciende fronteras. Desde la Antigüedad se han producido sincretismos entre religiones, e incluso entre religiones muy distantes, existían vínculos en común, elementos mitologémicos. Si la religión es un lenguaje, casi una especie de "koiné" en el seno del género humano, será necesario deselvolverse en ella como tal, igual que ahora en todos los países se ha implantado el inglés como primera lengua extranjera y vehicular; lo que hoy día es lingüisticamente la destreza en lengua inglesa, en la Antigüedad lo constituía el griego, y quien no sabía griego lo tenía muy difícil para entenderse si se iba, por ejemplo, a Atenas o a Egipto. Si no nos entendemos, es porque, lógicamente, no hablamos todos bajo unos mismos términos: las medidas represivas del gobierno son muestra de ello, porque se responde a un problema socio-cultural mediante estrategias político-jurídicas que además sólo lo van a agravar. Podemos escurrir el bulto todo lo que queramos, pero la solución es el diálogo, y para eso hace falta un consenso mundial, o muy generalizado, al menos. 

En otras palabras ¿quiénes son más fanáticos? ¿nosotros, los occidentales? ¿o los islamistas radicales, por poner un ejemplo que conozcamos todos? ¿quiénes se están cerrando más en banda? ¿nosotros con nuestro ateísmo y nuestro "laicismo", o ellos con sus arraigadas creencias? La religión no le es ajena a nadie, porque siempre existirán fenómenos que la ciencia no podrá explicar. A veces la religión, que siempre se contempla como algo irracional, se torna racional cuando nos damos cuenta de nuestra propia finitud, de que no somos ni omnipotentes ni omnividentes. La raza humana no puede considerarse perfecta, porque la perfección no existe, y tal aspiración pertenecerá siempre al terreno de lo "irracional". La misma religión es una filosofía, y bien que creyeron  los filósofos decimonónicos que la filosofía era el medio del que debía servirse el ser humano para alcanzar la felicidad, y por medio de la cual se podían resolver muchas de las dudas propias de nuestro género. Entonces filosofía y religión eran muchas veces incompatibles, pero ahora ya no estamos ni en el siglo IV a.C ni en el XIX d.C. Siempre habrá espacios donde la ciencia no penetre. Para nosotros es como si la ciencia fuera en sí misma una especie de religión, en la Europa occidental, pero eso no ocurre en todas partes.

24 de marzo de 2015 

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